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Ratt – Detonator – 1990

¿Puede un álbum de rock excelente convertirse en el epitafio de una gran banda?

Ratt representa el sonido y la imagen glam metal de los ochenta como pocos: su éxito ayudó a abrir las casas a otros grupos que mezclaban las influencias del heavy rock al estilo Judas Priest o Van Halen (metan aquí a los Saxon primigenios) con arreglos más melódicos y letras sucias. Quizá empujado por los primeros Mötley Crüe (aquel Shout at the devil, 1983) o el éxito del Metal Health (Quiet Riot, 1983) consiguieron un contrato para grabar su primer álbum (EP mediante) del que despacharon 3 millones de copias nada menos. Tras tres discos más que alcanzaron el platino, llegaron a un punto en el que se veían obligados a eso que se llama “evolucionar”. Lo que viene a ser, en palabras de la compañía de discos, fabricar más singles para vender más aún. La banda tenía un contrato muy jugoso con Atlantic, Guns N’Roses lo había revolucionado todo en 1987 y el rock ya no era lo mismo. Los propios Mötley habían necesitado a Bob Rock (cambiando a su eterno Tom Werman) para dar el pelotazo con Dr. Feelgood (1989) y Poison hicieron lo propio con Bruce Fairbairn (Flesh&blood, 1990). En su cuarto largo, Reach for the sky (1988) habían intentado ese movimiento, cambiando a su productor habitual, Beau Hill, por Mike Stone (Journey, Asia, April Wine); al final Hill acudió al rescate de todos modos.

Esto dijo Hill respecto a una llamada de Doug Morris (jefazo de Atlantic): «He said I need a favor, I want you to do Ratt and I said I thought Mike Stone was doing it. He said he heard some roughs and his quote was ‘they sound like a Holiday Inn band.’ So I said ‘ok, I will do what you want me to do.’ I listened to the roughs and we talked and I said what are my rules of engagement here and he said ‘do whatever the fuck you want.” Y cuando le preguntan por la opinión de los miembros de la banda sobre su regreso para terminar Reach for the sky, añade: “…being completely honest with you I don’t think any of them were. They knew their backs were up against a wall, they tried to do something different hoping they would get a great result and the record company rejected it. They were given an ultimatum, Beau is going to fix the album and if you don’t want Beau to fix it, here’s your walking papers and best of luck.”

En este camino sin señalizar ¿qué hacer?

El álbum.

Podríamos decir, exagerando un poco, que en el año 1990 Ratt comenzaba a ser una reliquia del mercado. Había ido reduciendo su importancia, lo que significa que cada vez le costaba más vender el milloncete de discos y llenar pabellones. Pero seguían ahí arriba. Lo peor estaba dentro: las tensiones internas se iban acumulando y los malos e insistentes vicios comenzaban a pasar factura. Robbin estaba tan colocado que apenas podía participar en la grabación del álbum, pasando, incluso, una temporada en rehabilitación. Pearcy empezaba a dar síntomas de agotamiento; su voz comenzaba a fallar, de vez en cuando se perdía alguna cita. ¿Qué hacer? La banda o la compañía decidieron dar un salto mortal sin red: contratar a un compositor externo o a un productor de brillantina que le diera una vuelta a Ratt. Y el elegido (o el disponible) fue Desmond Child (unos meses antes había convertido en platino a Alice Cooper y sus canciones se vendían con facilidad). Y Desmod se encargó de compartir las labores de composición con la banda, Pearcy y DeMartini fundamentalmente, y puso a su secuaz Arthur Payson a los mandos.

Comienza el disco con Intro to shame/Shame, shame, shame. Una intro melódica, intensa, de Warren para entrar, batería mediante, en uno de los mejores cortes del álbum y de la Historia de Ratt: excelente riff, buen estribillo, gran solo. Lovin’ you’s a dirty job sigue y suena más a “clásico” Ratt, con un riff stacatto, un puente-estribillo excelente con un arreglo vocal intenso, voces dobladas y DeMartini jugando al fondo con la melodía, sumando capas de guitarra. La alargada mano de Child se nota en los arreglos y en la resolución de la canción. A estas alturas ya destacan varias cosas: la voz es más limpia, menos rasgado, sin tanto eco; la batería suena seca, cortada, con reverb y los platos pierden protagonismo y brillo; las guitarras pasan a segundo plano en las líneas vocales, pero se ha puesto énfasis en que suenen más melódicas y menos rítmicas. El sonido general huye (un poco) del característico glam-metal que la banda había ayudado a dar fama (ya lo hicieron en el anterior Reach for the sky) para asomarse a ese hard rock más “skidrowciano”.

Scratch that itch aumentan los decibelios y la velocidad y sea, probablemente, la mejor versión de DeMartini en muchos años. Porque es uno de los ganadores de Detonator: usa todos sus trucos, a veces acelera, otras, suelta unas líneas melódicas bestiales, aguanta con líneas atmosféricas las canciones, en fin, quizá de sus mejores obras. Y si tenemos en cuenta el estado de su colega puede resultar obvio que se encargó de la mayor parte de la grabación.  Además, Blotzer se sale machacando un fantástico patrón. Regresa la melodía pop en One step away que desemboca en un pegajoso estribillo, nada Ratt, por cierto, muy Poison, pero en la voz de Pearcy resulta hasta conmovedor “somos barcos en la noche, pero esta noche no te vas a alejar, estoy a un paso, ha llegado el momento adecuado”. Ojito al fraseo de guitarra tras las voces. Fantástico single hubiera sido. Hard time viaja al lado heavy de Ratt en guitarras y batería. Letra muy curiosa en el álbum, quizá acerca de un sintecho durmiendo “en una esquina con una taza de café” o, de manera más genérica, recordando las épocas malas en las que uno “en medio de la noche, uno no puede ver la luz”. Jon Bon Jovi hace unos pinitos en el estribillo de Heads I win, tails you lose con fuerte carga melódica, buscando ese cambio de aires, otra canción poprock resultona, contundente en su ejecución, en la que todo está muy equilibrado, demasiado quizá, pensando en ese mercado “nuevo” que había que ganar. Buen puente-estribillo, todo muy aseado y pegadizo. Esto es rock’n’roll y estamos en los fuckin’ eighties. Ojito al sencillo y efectivo solo.

Suena a los Aerosmith de los ochenta All or nothing, el riff, el ritmo, la batería, la forma de cantar (casi rapeando por momentos), la resolución del puente-estribillo, incluso ese final con voz chillona femenina. Desmond mete mano definitivamente aquí, desde luego. Y Blotzer aparece también en los créditos; no en vano, uno de los puntos fuertes del tema es el patrón rítmico. Incluso el sonido y el juego a dos guitarras recuerda enormemente a Perry y las producciones de los ochenta. Buena canción, claro, con este patrón, vacilona incluso “dame lo que quiero o quítate de mi vista, lo quiero todo o nada, lo quiero ahora”. Can’t wait on love tiene un guitarreo del bueno, rápido e inspirado, jugando con un riff “cuasimetal” en la que ambas guitarras evolucionan a una parte central más abierta melódica. Estribillo muy típico de Ratt (lo que significa “bien”). Pasa por una de las canciones menores del disco y de la banda, pero ya hubieran querido muchos grupos no ya de hoy en día, si no de la época, haber grabado una canción “menor” como esta. Los niños andan calientes “no puedo esperar a tu amor, estoy tan caliente que no puedo dormir” o “soy la llave que abre tu cerradura”. Aparece una balada «de época», otra rareza en Ratt, que si bien habían bajado ritmos y decibelios en entregas anteriores, quizá no con tanto descaro. Givin’ yourself away, que así se titula, con Pearcy cantando “limpio”, sin trucos ni desgarros laríngeos. La composición recae en Diane Warren, una experta de la megabalada mojabragas en la época. Nada pretenciosa, juega sus bazas en una melodía sencilla, bien interpretada, con arreglos de sintetizador, todo precioso. Cierra Top secret, más “heavy Ratt metal” para cerrar el disco, con un sonido similar al de sus primeras dos obras (Desmond mediante). Unas guitarras jugosas, juguetonas y ruidosas en una canción uptempo de manual.

El final de una banda.

Tras la publicación del disco ocurrió lo previsible para todos los que vivían en la realidad de Ratt: una relación difícil (imposible) mucho tiempo sustentada por el dinero y la fama. Realizaron una pequeña gira por locales pequeños, sobre todo alrededor de Los Angeles; retornaron a sitios como el Whisky a GoGo en West Hollywood, donde habían comenzado años atrás. Siguió una gira por Japón (si te falla el mercado de casa siempre te quedarán los nipones) tras la cual la situación con Crosby no se pudo sostener más y fue expulsado. Contaba DeMartini que en alguno de los conciertos incluso se olvidaba de cambiar de guitarra y tocaba en afinaciones distintas sin darse cuenta o que “improvisaba” algunas partes de ciertas canciones. La gira por Estados Unidos sufrió de ventas bajas y en numerosas ocasiones los recintos estaban a mitad de capacidad o tuvieron que cambiarse las ubicaciones. Para esta parte de la gira contaron con la colaboración del mismísimo Michael Schenker e introdujeron una versión de UFO en el setlist (Lights out). La grabación del (obligatorio) MTV unplugged también contó con el germano.

Grabaron una canción para la película Point break (Le llaman Bodhi en España), titulada Nobody rides for free, como cuarteto y como cuarteto salieron en el vídeo del tema. Este corte se incluyó, en septiembre del 91, dentro del recopilatorio titulado Ratt&Roll 81-91.

Poco tiempo después, el propio Pearcey dio un volantazo y abandonó la banda, formando Arcade.

Ratt desaparecieron durante una buena temporada. En realidad, para siempre.

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Canciones del Lejano Oeste: cowboys y llaneros solitarios.

La imagen del vaquero que cabalga solo en la pradera o en el desierto, al atardecer, esperando que llegue la noche para tumbarse en la tierra y tapar su cara con el sombrero. El misterio, el romanticismo, la épica del héroe anónimo que se busca la vida, que busca su destino, que huye de la injusticia o que, simplemente, no tiene a dónde ir. El cine ayudó a crear este mito moderno y nuestros músicos lo han adaptado a su estilo; algunos han creado cowboys de hoy en día mientras que otros, los que hoy traemos, han narrado historias ambientadas en el Lejano Oeste.

Once canciones sobre cowboys, justicieros, llaneros solitarios y el Salvaje Oeste.

Bad Company – Bad company

Una de las canciones clásicas del rock atemporal. Un desertor que se declara una mala compañía: «Oh I was born 6-gun in my hand/Behind a gun I’ll make my final stand». Dicen que Paul Rodgers grabó la canción en una fría noche de noviembre para dar el tono. Del debut del mismo nombre de la banda, allá por 1974.

Volbeat – Pearl Hart

La hermosa Pearl Hart está en la cárcel: se vistió con ropa de hombre, cogió su Colt y paró una diligencia, robando a sus tres ocupantes. Uno de los temas extraído como single del álbum de 2003 Outlaw gentlemen & shady ladies.

Christopher CrossRide like the wind

La historia del que huye de la horca, el forajido camino de México en mitad de la noche: «ride like the wind/To be free again». El mayor éxito de Christopher Cross, single de 1979 de su álbum debut.

Thin Lizzy – Cowboy song

El vaquero solitario que recuerda entre aullidos de coyote una aventura amorosa, allá en Texas, cerca de la frontera. Porque » Lord, those southern girls all seem the same». Del clásico Jailbreak de 1976.

The Eagles – Desperado

Otra rola sobre la soledad del vaquero. The Eagles hablan del paso del tiempo y la soledad representado en la figura de cowboy que envejece solo: «Your pain and your hunger, they’re drivin’ you home». Da título al álbum de 1973.

Jon Bon Jovi – Blaze of glory

La tierra como cama y un viejo abrigo como manta, huyendo siempre, el buscador de éxito: «I’m a devil on the run/A six gun lover». ¿Alguna vez llegará esa llamarada de gloria? Primer sencillo del primer disco en solitario de Jon Bon Jovi (1990) para la película Young Guns II (Arma joven II). Se llevó un Globo de Oro y una nominación al Oscar. Por cierto, Jeff Beck a la guitarra.

Styx – Renegade

Lejos de la poética del buscador, del fugitivo, Styx se marcan una letra desesperada, el renegado que clama a su madre por su vida: «Oh, Momma, I been years on the lam/And had high price on my head/Lawman said, Get ‘em dead or alive!». El sheriff finalmente le captura y su vida pende, literalmente, de un hilo. Del álbum Pieces of eight de 1978.

Aerosmith – Back in the saddle

Como no todo es cabalgar, el vaquero llega, alguna vez, a un pueblo: «Ridin’ into town alone by the light of the moon/I’m lookin’ for old Sukie Jones, she crazy horse saloon». En este caso (siendo Aerosmith qué menos) a tomar unas copas, juguetear con unas chicas y meterse en alguna pelea. Parte del clásico Rocks de 1976.

Ratt – Wanted man

Y otra de peleas: » I’ll make you feel like a/Human target, in my eyes «. Aquí el único cuello que va a romperse es el que rompa la pandilla Ratt. Sencillo del Out of the cellar (1984).

Bob Dylan – Knockin’ on heaven’s door

A veces llega el final. Casi siempre. La historia del fugitivo, del vaquero fronterizo, acaba con sus huesos en el suelo y enfrentado a la muerte: «It’s gettin’ dark, too dark to see/I feel I’m knockin’ on heaven’s door». Tema perteneciente a la banda sonora de Pat Garret and Billy the Kid (1973).

Billy Joel – The ballad of Billy the Kid

La mística de algunos personajes atrajo a muchos de nuestros músicos. En este caso, Joel reseña la vida de enfrentamiento y soledad de Billy el Niño: «Well he never travelled heavy/yes he always rode alone». Grabada para el álbum Piano man (1973).

  Y aún hay más…

Compuesto por Desmond Child

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Desmond Child tiene una dilatada carrera como músico, compositor y productor musical que se alarga más de treinta años. Sin dudarlo, la más interesante faceta es la de (co)escritor de canciones, motivo del siguiente artículo. Por cierto, en la foto es el tercero por la izquierda.

La historia comienza en Nueva York durante el año 1979, justo cuando Desmond Child & Rouge firman un contrato con Capitol Records y se meten en el estudio a grabar su primer álbum. Entre sesión y sesión, Desmond y su banda tocaban ocasionalmente en el mítico Studio 54 (discoteca de moda entonces) y allí conoce a Paul Stanley (KISS), quien andaba flipado con los sonidos disco. Juntos, entre copa y copa, compusieron un tema para Diana Ross, que también andaba por allí. El asunto no le encajó a la cantante y Paul decidió quedárselo para su grupo, grabando esta versión. Uno de los singles más vendidos de la KISStoria.

KISS – I was made for loving you

Desmond Child & Rouge editaron dos discos sin mucho éxito y el grupo se disgregó en 1980, justo con el final del boom discotequero. Desmond vivía en Nueva York sin grupo y mal vendiendo su trabajo como pianista, arreglista, compositor o haciendo coros. Quién le iba a decir que sería el rey Midas que ha vendido 300 millones de discos.

En 1984 se reencontró con Paul Stanley. Compusieron juntos tres temas para el álbum Animalize y la cosa funcionó. Paul y Desmond se convirtieron en colegas inseparables, componían juntos habitualmente y todos los álbumes de KISS en aquellos años llevaban un par de temas suyos. Otros artistas se aprovecharon de su talento, como Robin Beck, Cher, Bonny Tyler o Paul Dean (de Loverboy).

Robin Beck – Hide your heart

Paul Dean – Sword and stone

Pero volvamos a mitad de los ochenta. Aún Desmond era un desconocido. ¿Qué cambió? Jon Bon Jovi andaba buscando un compositor con el que escribir canciones, digamos, más agradables para el público y se fijó en Heaven’s on fire. El gran John Kalodner (del que ya hablaremos en otro capítulo) puso en contacto a Stanley y Jon, pero la cosa no cuajó. Sin embargo, el buenazo de Paul le pasó el teléfono de Child. Y ahí comienza la verdadera historia del éxito masivo de written by Desmond Child. Con Jon Bon Jovi y Richie Sambora también hizo piña, y han compuesto música para todas las publicaciones de Bon Jovi o de ambos dos en solitario, así como para otros músicos.

Bon Jovi – You give love a bad name

El éxito cosechado por los singles de Slippery when wet colocó a nuestro protagonista en la cresta de la ola y su teléfono no paraba de sonar. De la mano de Kalodner y Bruce Fairbairn aterrizó en la familia Aerosmith: Dude (looks like a lady), Angel, What it takes, Crazy y otro sin fin de canciones a lo largo de más de veinte años. Ya no pudo parar. En los siguientes diez años se hartó de componer y ganar dinero. ¡Hasta musicazos como Steve Vai o Dream Theater se arrimaron a su ascua!

Steve Vai – In my dreams with you

Dream Theater – You not me

Y cómo olvidar uno de sus mejores trabajos, aquí también como productor: el álbum Thrash de Alice Cooper o Detonator de Ratt.

A mitad de la década de los noventa Desmond Child se sintió con ganas para cambiar de palo y acercarse a otra de sus pasiones: la música latina. La madre de Desmond, cubana, vivía de cantar y componer en Miami. Ese gusto por lo latino se quedó ahí anclado y surgió de forma vertiginosa con una aún poco conocida Shakira, con Chayanne y luego con uno de los mayores pelotazos de nuestro protagonista: el tema del mundial de fútbol de 1998 The cup of life/La copa de la vida, cantado por Ricky Martin. Sí amigos, y al año siguiente le volvió a poner en el número uno con Livin’ la vida loca. Tranquilos que no voy a pinchar ninguno de estos temas.

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A partir de entonces ha intercalado artistas pop, roqueros y latinos. Últimamente se ha puesto las greñas (aunque poco) con gente como The Rasmus, Meat Loaf o Scorpions.

Si le veis por la calle, tiene el aspecto de la foto que aquí acompaña, no vayan a buscar al joven imberbe y flaquito de la foto de cabecera. Saludadle con cariño e invitadle a unas cervezas. Este hombre nos ha dado una cantidad increíble de buena música. Sí, también es responsable de algunos truños y moñadas de los que uno se arrepiente escuchar, pero la vida del songwriter nunca se ha considerado fácil. O eso dicen los que triunfan.

Esta de regalo.

Ratt – Shame shame shame