La mayoría de las veces dicen volver por amor: se echan de menos o que tenían ganas de trabajar juntos de nuevo o que ahora ha surgido la chispa adecuada. O que me muero de aburrimiento y, mira tú, vuelvo a cas a que mejor que me pelen a que me ignoren. Pero, en verdad, el dinero ronda por todas estas reuniones más o menos genuinas, más o menos insinceras. ¿A nosotros, aficionados, oyentes, acaso nos importan las razones? Que nos saquen el dinero haciendo buenos discos y ruidosos conciertos. Si luego se aman o se odian, para ellos queda. Aunque en ocasiones segundas (y hasta terceras) partes no solo no son buenas, casi indeseables. Claro, que alguna excepción siempre encontramos.
He aquí una selección de esas vueltas y revueltas en el universo sonoro del rock y el metal. Tú dirás qué te parecen.
1. El retorno clásico
La banda se cerró. No hubo más discos, ni más conciertos. Pero un buen día se encuentra. En una boda, en una barbacoa. Y deciden aceptar un encargo, tal vez para un evento concreto. Y esa coincidencia les anima. Igual murió la razón del odio. Retornos clásicos hay donde elegir. Algunos se curran uno o varios discos juntos; sirvan de ejemplo los de Deep Purple (el Mark II de 1984) o Europe (2003). Otros hacen caja con una gira y «adiós muy buenas», como Héroes del Silencio (2007). Algunas bandas continúan su periplo desde entonces. Quizá el miembro díscolo fue expulsado definitivamente. Y no nos gusta señalar a nadie.
2. El retorno temporal
Esta variedad de retorno se da cuando una banda más o menos conocida mantiene su actividad de conciertos y álbumes perdiendo eso que llamamos «miembros originales». Pasados unos años, y cuando la situación lo permite, el line-up considerado original se reúne y nos deleita con una gira o alguna grabación. Tras el arrebato inicial o el llenado de caja esos miembros reciben de nuevo la patada y la banda continúa contratando en su lugar a otros músicos. Ejemplos de este retorno, el de Barón Rojo (2011) y el de Kiss (1996). Barón Rojo reunió la formación de sus primeros álbumes para una gira y una película documental durante varios meses; después Sherpa (bajista) y Hermes Calabria (batería) no fueron invitados a continuar en el grupo y los hermanos de Castro (Armando y Carlos) llamaron a otros músicos. En el caso de Kiss, tras varias giras y un álbum de estudio, los miembros originales Ace Frehley (guitarra) y Peter Criss (batería) fueron expulsados y sustituidos por otros músicos (y hasta hoy).
3. El retorno del hijo pródigo
Por alguna razón uno de los miembros principales del grupo se larga o es expulsado. Pasados unos años, tras el fracaso de ambos por separado, se produce el regreso. A veces vuelven a romper, otras continúan con más o menos amor y éxito (inseparables). Yo propongo como ejemplos el retorno de Rob Halford a Judas Priest (2003), el de Joey Belladona a Anthrax (dos veces, que ya tiene mérito, en 2005 y 2010) o el doble regreso de Bruce Dickinson y Adrian Smith a Iron Maiden (1999).
4. El retorno con muerto
Uno de los retornos más difíciles: uno de los miembros está muerto. ¿Qué hacemos? Hay dos variedades: sustituimos al muerto por otro músico o usamos un fantasma. Grupos que han regresado sustituyendo al desparecido hay varios, entre otros Led Zeppelin (en un par de ocasiones, la última en 2007 con Jason Bonham en la batería), aunque hay que reconocerles su cuidado con la memoria del Bonham original, o Alice in Chains (William Du Vall ocupó el puesto de Layne Staley en 2005 y hasta hoy). El retorno con fantasma más famoso lo protagonizaron The Beatles con su ficticia reunión de 1995: Paul McCartney (bajista), Ringo Starr (batería) y George Harrison (guitarra) grabaron una «nueva» canción con John Lennon (cantante para la ocasión y asesinado quince años antes) utilizando una maqueta de este último. Y no olvidemos a los Thin Lizzy sin Phil Lynott, tela.
5. El retorno sin nombre
Una formación se reúne tras varios años pero ¡oh, sorpresa! no pueden usar su antiguo nombre. El ejemplo arquetípico lo ofrecen Heaven&Hell: los miembros de Black Sabbath entre 1980 y 1982 no pudieron utilizar el nombre de la banda en su reunión de 2006, por lo que utilizaron el de su álbum más famoso. Los miembros de Yes son expertos en esto.
Vinnie Vincent fue el nombre de guerra de Vincent John Cusano, guitarrista, compositor, cantante, productor que tuvo un éxito tan veloz como efímero en los años ochenta. Entre su ascenso a la primera línea del hard&heavy y su caída en desgracia apenas transcurrieron seis años. ¡Pero qué buena música dejó! Hoy repasamos aquellos pasos de gigante.
Los orígenes: Vincent Cusano.
A Vincent Cusano le regalaron una guitarra para su décimo cumpleaños. En 1987 contó “dormía con mi guitarra cuando era un niño y apenas sabía tocarla, pero amaba aquella guitarra más que nada y desde entonces siempre he necesitado tocar”. En su Bridgeport natal se hizo conocido por llevarla a todos lados. Su primera grabación fue un sencillo titulado Happy birthday U.S.A. en 1976 junto al cantante David Wolff; ambos lo editaron con seudónimo: Kid Cashmir & Winnie LeCoux. En 1977 con Felix Cavaliere forma la banda Treasure, grabando un álbum homónimo. En ella Cusano compone dos temas (Innocent eyes y Turn yourself around) y graba todas las guitarras. Cavaliere recuerda: “Vincent hacía muchos conciertos solo en Connecticut; se subía a los escenarios de bares y restaurantes y podía tocar cualquier cosa”. Los siguientes años colabora con diversos artistas (Laura Nyro, Dan Hartman) hasta que decide, con el cambio de década, y dos hijos a su cargo, mudarse a Los Angeles, una ciudad donde un tipo con inquietudes y talento podrá, quizá, tener mejor fortuna.
Asentado en la ciudad comenzó a colaborar con diversos músicos. Formó parte de la banda que Carmnie Appice montó y que en directo acabó llamándose Carmine Appice and The Rockers; incluso compuso una canción (Drum city rocker) para el álbum homónimo de 1981. Por esa época comienza a componer con Adam Mitchell y graba una demo con canciones como Tears, Back on the Street, More than Friends o My love goes with you que mueven por distintas productoras. Una de estas canciones, Tears, acabó en el disco de Peter Criss, exbatería de Kiss, titulado Let me rock you (1982).
El año que cambió todo.
En 1982 ocurrió una casualidad que llevó a nuestro protagonista del hoyo a la cima del rock en apenas unos meses.
La situación para las sesiones del que sería el décimo álbum de Kiss no podía ser más caótica. Durante la grabación, los continuos problemas con el guitarrista Ace Frehley obligó a reclutar a un sinfín de amigos y colaboradores a las seis cuerdas. Por allí pasaron músicos de todo tipo. Adam Mitchell sugirió a su colega Cusano que colaborara con alguna de sus canciones y le llevó al estudio. Allí conoció a Gene Simmons. Vincent recordaba: “Le dije a Gene “es un placer, yo siempre he sido fan vuestro” y le di mi número de teléfono para que me llamase. Estuve una semana sin apenas comer y dormir. Al final me llamó y las primeras canciones que hicimos fueron Killer y I love it loud. Luego me presentó a Paul y con él escribí I still love you y un par de temas más”. Así, en aquellas sesiones tocó las guitarras en, al menos, cinco cortes: Danger, Keep me comin’ (compuestas por su colega Mitchell), Killer, War machine y I love it loud. Lo cierto es que Vinnie enseñó lo mejor de su arsenal a los dos cerebros de Kiss, intentando impresionarles. Pero ni Gene ni Paul veían que el “bajito” de Vincent pudiera encajar en la banda.
En aquellas, sucedió otro acontecimiento que cambió el destino de nuestro protagonista. Paul Stanley había producido (junto a Mike Stone) el debut de una banda llamada New England tres años antes y se había llevado a los chicos de gira con la banda. Ante la huida de su líder, John Faldo, tres miembros del grupo, el teclista Jimmy Waldo, el batería Hirsh Gardner y el bajista Gary Shea, llaman a Paul pidiéndole ayuda; buscaban “un guitarrista que componga y pueda cantar”. Stanley les recomendó que probaran con Vincent y los tres músicos viajaron a Los Angeles. Se instalaron en los estudios SIR, en una sala contigua a la que Kiss usaba para componer, ensayar y, al mismo tiempo, audicionar guitarristas. Vinnie comienza a tocar con sus nuevos colegas algunas de sus viejas canciones y surgen otras nuevas: Boys gonna rock, It ain’t pretty being easy, Baby oh why, Hot nights. El nombre elegido para la banda fue Warrior. Stanley se pasó a saludar a sus colegas de New England. Y escuchó lo que por allí se cocía. Aunque Vincent seguía sin ser el tipo que querían Simmons y Stanley para el grupo, acabó siendo la decisión obvia. Por cierto, Faldo y Shea acabaron formando Alcatrazz con Malmsteen y Graham Bonnet.
Nace Vinnie Vincent.
La salida de Creatures of the night (1982) coincidió con el adiós definitivo de Ace Frehley. Una presentación breve de Vincent ante los medios oficializó el cambio. En ella Simmons afirmó: “es una pena que Ace no pueda tocar con nosotros, pero es fantástico tocar con Vinnie. Es un guitarrista increíble. Realmente no creo que hayamos perdido algo imprescindible. De hecho, creo que hemos ganado mucho”. Como el propio Vinnie dijo: “mi entrada en Kiss fue una historia impresionante llena de giros del destino”.
Igual que unos años antes se hizo con el batería Eric Carr, Vinnie necesitaba un personaje para formar parte del espectáculo. El elegido por Stanley fue el guerrero egipcio Ankh y el maquillaje incluía una cruz dorada. Simmons sugirió cambiarle el nombre: Vincent significa «vencedor»; veni vidi vici, pensó Simmons. Y a partir de entonces se le concoció como Vinnie Vincent («vino y venció»). No a todo el mundo le bautiza una estrella del rock. Así, el 28 de diciembre, en Bismarck, Vinnie Vincent, el guerrero Ankh, se subió por primera vez a un escenario. La gira se extendió hasta finales de junio por Estados Unidos, Europa y Sudamérica, donde batieron el récord de asistencia a un concierto en Maracaná. Aquellas fueron las últimas actuaciones de la banda con el maquillaje. Y, en realidad, iban a ser las últimas con Vincent.
Porque Simmons y Stanley no acababan de encajar la maniática personalidad de un Vincent que comenzaba a creerse imprescindible. Y lo que sucedió el año siguiente, quizá, le dio la razón. En verano de 1983 entraron a grabar su nuevo álbum en los estudios Record Plant con Michael James Jackson a los controles. Por primera vez desde Dressed to kill (1975) todas las canciones habían sido compuestas por miembros de la banda, sin ayuda de escritores externos; eso sí, Vincent ponía su sello en ocho de las diez canciones. Su forma de componer y el sonido de su guitarra marcan el álbum sin ninguna duda, casi como una Kiss-Vincent Band: Not for the innocent, Young and wasted, A million to one o Gimme more sirvan de ejemplo. En septiembre de aquel año se publicó Lick it up, el primero sin el maquillaje, presentado con una sobria portada. El álbum escaló pronto al puesto 24 en Estados Unidos convirtiéndose en disco de oro antes de las Navidades, su mayor éxito en siete años. Incluso en Europa, gracias al sencillo Lick it up, despegaron las ventas hasta el punto de embarcarse en una gira de seis semanas y cuarenta y nueve conciertos.
Esas semanas fueron determinantes para que Simmons y Stanley decidieran prescindir de Vincent. Según Simmons: “la persona más auto-destructiva que he conocido, ese chico se colgaría así mismo si alguien le diese las llaves del cielo”. Pero la premura de las fechas por Estados Unidos obligó a que permaneciera con ellos hasta el 17 de marzo de 1984. Ese día fue despedido. Paul expresaría: “no existe otra forma mejor de decirlo, había problemas con él, personales y musicales”. Este despido no sentó nada bien a Vinnie: “mi química con la banda ayudó a devolverles a los primeros puestos y a darles una credibilidad musical que nunca habían tenido”. Detrás de todo esto, había una pelea por los royalties de las canciones, pues Vincent consideraba que no se estaba reconociendo su aportación a la banda.
La Vinnie Vincent Band.
Chrysalis fue la compañía que ofreció a Vincent un contrato muy jugoso para su nueva aventura: ocho discos y nada menos que 4 millones de dólares. Así que comenzó a buscar compañeros de aventuras. El primero en subirse al carro fue Dana Strum, ambicioso músico, bajista, guitarrista, cantante, lo que hiciera falta, quien acabó siendo la herramienta imprescindible en el estudio para lograr alcanzar el nivel estratosférico de locura que Vinnie llevaba en sus dedos por entonces. Audicionaron a numerosos baterías, siendo el elegido el musculoso Bobby Rock. Y para la voz, llamó a un antiguo amigo, Robert Fleishman, efímero cantante de Journey, que había sido candidato ya a participar en Warrior. La maqueta de Warrior fue determinante para que la compañía insistiera en Fleishman.
El álbum se grabó en un estudio pequeño en Hollywood, los Baby-O Recorder, que inspiraron el cambio de nombre de una de las canciones. La grabación fue tan abrumadora como el sonido que se buscaba, con Vincent creciendo en su obsesión y descontrol. Bobby Rock cuenta que tuvo que grabar hasta cuatro veces sus partes ya que cambiaba diariamente de arreglos las canciones, recordando que “ha sido la peor experiencia en un estudio”. El cantante Robert Fleishman afirma que un día se volvió literalmente loco: “intentaba hacer un solo durante varios minutos, finalmente se paró, destrozó su guitarra contra el suelo y se meó en ella. Y ahí estaba, meándose en su guitarra y en un suelo de madera. Fue una locura”.
El album: Vinnie Vincent Invasion (1986)
El disco se publicó, finalmente, en mayo de 1986 con una advertencia: “made 2B played at maximum volume”. Contenía diez canciones hiperproducidas con grandes momentos como Boyz are gonna rock, Shoot U fool of love, su versión de Back on the streets o I wanna be your victim. Los solos hipérboles y las capas de guitarras, teclados y voces convirtieron el debut de la banda en un disco (más o menos) icónico, casi padre de un estilo alocado y sobrecargado que tendría imitadores (Nitro, Tygertailz).
Fleishman no sobrevivió a la grabación y fue sustituido por un joven Mark Slaughter. De hecho, Mark pone cara a la voz de Robert en el único vídeo del disco, Boyz are gonna rock. El sustituto, en realidad, iba a ser Göran Edman, quien audicionó y grabó una maqueta, pero Strum apostó por el desconocido Mark. Las disputas por elegir al cantante retrasaron la promoción y el tour, rebajando las expectativas creadas por el álbum. Aun así, cuando todo estuvo dispuesto, giraron por pequeños clubes e hicieron de teloneros para Alice Cooper y Iron Maiden. El álbum se mantuvo seis meses en listas y recibió bastante atención de la MTV (Vinnie tuvo temporalmente un programa en el que comentaba vídeos y hacía entrevistas).
Después de la invasión.
La compañía apretaba a Vinnie para que compusiera canciones más vendibles e insistía, por lo visto, en que dejara a Dana escribir con él. Los meses siguientes fueron confusos. Vincent grabó una maqueta con canciones nuevas, pero con la voz de Jeff Scott Soto (había cantado en los dos primeros discos de Malmsteen). Volvió al estudio con sus antiguos camaradas y nuevas canciones. Se prestó a ser algo más comedido, menos exagerado, quizá convencido de que el camino al éxito era ese, quizá presionado por la compañía, que confiaba en Strum como elemento catalizador. La producción acabó con All systems go (1988) en la calle. Quizá por la voz de Dana, menos chillona, quizá por unas canciones más centradas, vendió mejor que su antecesor y alcanzó rápidamente el disco de oro. La compañía apostó por la ellos, metió una canción en la banda sonora de Pesadilla en Elm Street IV (y entonces una banda sonora era un escaparate excepcional), grabó dos vídeos.
Y tras All systems go y la posterior gira, el contrato de Vinnie se fue al garete. Hay quien dice que Dana y Mark se lo robaron; hay quien dice que la compañía se cansó de los excesos y los caprichos del guitarrista; hay quien dice que Vincent lo rompió cansado de la censura y el control de los ejecutivos. Lo cierto es que, sin sus compañeros de fechorías, se dedicó a buscar un cantante. Grabó maquetas con Göran Edman a la voz, Chris Lee al bajo y Andre Labelle a la batería. Yngwie Malmsteen le robó a Edman. Después lo intentó con el colega Fleishman, pero el proyecto no salió adelante. A principios de la nueva década, se acercó a Gene Simmons para intentar retomar su colaboración con Kiss; el bajista aceptó componer con él nuevas canciones, que acabaron en el álbum Revenge (1992). Pero nuevos problemas con el contrato y el dinero convirtieron a Vincent en persona non grata durante más de veinte años en el Universo Simmons-Stanley.
El genio de Vincent imaginó un mega-álbum de guitarras imposibles al que primero tituló Revenge (adivina quién le pidió prestado el título), luego Guitars from Hell y finalmente Guitarmageddon. Nunca se acabó. La última publicación oficial, de 1996, fue el EP Euphoria.
Y ahí se acaba esta historia. Un tipo que pudo reinar. Buen compositor y excelente guitarrista, que, además, cantaba con buen tino. Pero no supo gestionar su genialidad ni su genio y la misma industria que lo aupó rápidamente lo tiró a la basura con igual velocidad.
Todas las épocas tienen su sonido rompedor, un músico, una banda o un grupo de bandas que hacen temblar lo establecido en la música popular y dan un giro de volante al mercado. En ocasiones de manera definitoria y permanente, como hicieran Cream y un tal Jimi Hendrix a finales de los sesenta o The Sex Pistols y compañía a finales de los setenta. En otras, se convierte en una moda pasajera. A comienzos de los noventa un movimiento musical (o comercial) surgió desde Seattle para copar las listas de ventas de Estados Unidos y el mundo. Un movimiento que se llamó grunge y cuyo nacimiento repasamos en este post. En 1991 coincidieron en los estantes Nevermind (Nirvana), Badmotorfinger (Soundgarden), Ten (Pearl Jam) y Facelift (Alice in Chains). Entre los cuatro juntan más de treinta millones de discos vendidos. Ese mismo año ocurrió otro hecho significativo: Metallica publicó su álbum homónimo, el black album, y se comió el mercado metalero. La transición del thrash casi underground a ser la banda superventas fue un mazazo para el género. A comienzos de 1992 Pantera publicaba Vulgar display of power para poner una nueva forma de hacer metal en los hogares de millones de chavales, lo que se denominó groove metal.
Las bandas de rock y metal que habían reinado a finales de los ochenta comenzaron a tener problemas de mercado. Los fans habían girado sus orejas a estos nuevos rebeldes llenos de ira y poder sónico, mientras que las «viejas» formas se consideraban trasnochadas. Como en tantas otras ocasiones, la «industria» se frotaba las manos; puso su dinero en cualquier banda que sonara a grunge, a groove, a metal «moderno» arrebatándolo de las producciones y la promoción de los sonidos «eighties». El hair metal, el rock arena, el thrash y el heavy de armonías guitarreras estaba muerto.
Las estrellas de aquellos años lo pasaron mal. Dee Snider dijo «fue una disociación de todo lo que se hacía en aquella era: la ropa, el pelo, el sonido, la puesta en escena». Hasta una mega estrella curtida como Sammy Hagar afirma que se sentía inseguro y confiesa: «decía a los chicos: pongamos a esas bandas en el maldito cartel; así los fans sabrán lo buenos que somos; pero era miedo a quedarnos solos lo que nos llevó a esa decisión en realidad».
Algunas bandas mantuvieron el tipo, su estilo, con mayor o menor suerte, a veces con cambios drásticos en sus filas, y a ellas les dedicaremos otro post en el futuro. Hoy nos centramos en bandas veteranas y noveles que aún albergaban la esperanza de triunfar y no dudaron en girar sus voces y sus guitarras a los nuevos sonidos. En unas ocasiones contratando a los productores de las nuevas estrellas; en otras incluyendo a nuevos miembros que dieran con esa tecla moderna; a veces, simplemente, imitando de la mejor manera posible. A eso le hemos llamado grungificación. Aquí seleccionamos ocho discos de esos grupos que, con mejor o peor suerte, intentaron capear el temporal que había hundido su barco del tesoro en aquellos primeros noventa. Algunos, incluso, fueron más brillantes.
Como siempre… dale al play.
Mötley Crüe – Mötley Crüe – 1994
El cambio radical de uno de los estandartes del hair metal y la superficialidad de la década anterior. Jon Corabi sustituía a Vince Neil, aportando otra voz y una segunda guitarra, pero, sobre todo, un modo de componer que Nikki Sixx aprovechó para intentar ser la banda más cool del momento. Volvieron a contar con la producción de Bob Rock, el tipo que había llevado a Metallica a lo más alto, para sonar duros, oscuros. El disco no vendió bien, las giras se cancelaron, comenzaron a tocar en locales pequeños y la historia de Corabi acabó abruptamente pocos años después con el regreso de Vince Neil y un engendro titulado Generation swine (1997).
Winger – Pull – 1993
La banda de Kip Winger y Reb Beach había alcanzado la popularidad multiventas con sus dos primeras obras (Winger en 1988, In the heart of the young en 1990). Llenaron sus composiciones de texturas metaleras, dieron más importancia a la percusión y los cambios de ritmo y oscurecieron su propuesta de manera voluntaria, cambiando la orientación de muchas letras hacia asuntos sociales y políticos. El disco, excelente, no consiguió competir en el nuevo mundo y la banda desapareció una larga temporada.
Dangerous Toys – The Rtist 4merly known as Dangerous Toys – 1995
Fueron divertidos hasta el final. Abrazaron las sonoridades grunge y algo de metal al estilo Alice in Chains pero no perdieron la sonrisa. Incluso el libreto imita al de Facelift (1990). La portada y el título ya son una burla hacia Prince, su cambio de nombre y la portada de Lovesexy (1988), falo incluido. Como a otros, acabó siendo su canto del cisne, pero muy recomendable escucha también. Murieron con estilo.
KISS – Carnival of souls – 1997
Una historia también curiosa la de este álbum. Paul Stanley y Gene Simmons intentaron (una vez más) subirse al carro de moda para mantener el flujo de dinero. Contrataron a Toby Wright, quien había trabajado con Soul Asylum y Alice in Chains, para oscurecer el sonido. Bruce Kulick compone la mayoría de cortes y es la voz solista por primera vez en uno de ellos. El disco, grabado a finales de 1995, se aparcó ante la inminente reunión del line-up clásico de la banda. Pero los bootlegs comenzaron a distribuirse entre los fans y la compañía discográfica decidió editarlo de manera oficial con el título de The carnival of souls: the final sessions en 1997.
Skid Row – Subhuman race – 1995
Otra vez aparece Bob Rock por aquí. La banda decidió endurecerse de manera definitiva metiendo sonidos metaleros, un poco de groove y un toque modernete, con una producción oscura y algo claustrofóbica por momentos. Aunque demostraron adaptarse bien a la época, la compañía Atlantic les dio la patada y Sebastian Bach y Rob Affuso acabaron fuera del grupo. No volvieron a levantar cabeza.
Ozzy Osbourne – Ozzmosis – 1995
Este caso resulta bien curioso. Ozzy se metió en el estudio a principios de 1994 con el productor Michael Wagener y la idea de hacer un disco con Steve Vai. El asunto no funcionó. Vai abandonó el proyecto. Hicieron la preproducción con Wagener, pero la compañía no quería repetir los sonidos «antiguos». Contrataron a Michael Beinhorn, productor de Red Hot Chili Peppers (Mother’s milk, 1989), Soul Asylum (Grave dancers union, 1992) y Soundgarden (Superunknown, 1994), para lograr canciones más «de mercado». Músicos clásicos como Zakk Wylde, Geezer Butler o Rick Wakeman sonando a puro nineties. Les fue bien.
Slayer – Divine intervention – 1995
Las estrellas del thrash también pasaron su crisis. Los magníficos Slayer recurrieron a la mano de Toby Wright (Alice in Chains, Soul Asylum) para co-producir y mezclar este Divine intervention. Además, cambiaron su forma de componer, fueron más cercanos a los temas de su entorno en la forma de escribir las letras. La compañía cambió el estilo de la portada, en un intento de actualizar, también, la imagen. La ausencia de Dave Lombardo en la batería dejó a Paul Bostaph a los mandos del bombo, un todoterreno. La propia banda se quejó posteriormente del sonido final del disco, aunque vendió bien y mantuvo los auditorios llenos.
Anthrax – Sound of white noise – 1993
Ya dedicamos un post a los años con Jon Bush a la voz, que comienza, precisamente, con este álbum. Los neoyorquinos contaron en la producción con Dave Jerden, el tipo tras el éxito de Alice in Chains (Facelift en 1990 y Dirt en 1992) y que había trabajado con Social Distortion y Jane’s Adiction, entre otros. Letras más serias, un sonido más metalero, quizá algo oscuro por momentos, con un gran trabajo rítmico. Lo curioso es que vendió más que en su época dorada.
O los amas o los odias. Pocas bandas son capaces de polarizar el sentimiento roquero con tanta baba como los neoyorquinos KISS: te empapas de su parafernalia, su pirotecnia, las plataformas y el merchandaisin o les expulsas del Olimpo musical por su (supuesta) poca calidad musical. Por aquí adoramos sus contoneos y su rocanrol all nite (and party everyday, ya sabes) y hemos decidido dedicarles un homenaje a través de los artistas y músicos que han perdido su tiempo haciendo una versión de sus (malas) canciones. Ahí os dejamos esta pequeña selección de diez cortes diversos y divertidos.
Racer X – Detroit Rock City
Paul Gilbert a la guitarra y Scott Travis a la batería, ¿qué puede salir mal? Se marcaron esta contundente versión en su directo Extreme volume II (1992). La original, una de las más conocidas e interpretadas por la banda, abría el álbum Destroyer (1976), uno de los más aclamados de toda su discografía. Ojo al solo.
Bathory – Deuce
Y si de contundencia hablamos, Bathory se llevan la palma al llevar a Kiss a su terreno. Cerraban con Deuce su álbum de 1995 titulado Octagon. La original formó parte del debut en 1974 de los «carapintada».
Dimebag Durrel & Vinnie Paul (Pantera) – Fractured mirror
Con sus modestas dotes técnicas y su fantástico feeling, Ace Frehley enganchó a muchos guitarristas de diversos estilos. El brutal Dimebag Darrel (Pantera) le rinde homenaje en este instrumental con la ayuda de su hermano Vinnie Paul a la batería. Apareció en el álbum Spacewalk: a salute to Ace Frehley (1996). La original sonó en el álbum Kiss/Ace Frehley de 1978.
Axel Rudi Pell – Love gun
Ya que estamos con virtuosos de la guitarra, rescatamos la transformación total que hizo Axel Rudi Pell para su álbum de versiones Diamonds unlocked (2007). Fabrican una balada que va creciendo en la voz de Johnny Gioeli. Un tal Mark Terrana se encarga de la percusión. La original, uno de los himnos de la banda, abría la cara B del álbum Love gun (1977).
Cher – A world without heroes
Otra personalísima versión realizó Cher, con la producción y las guitarras de Steve Lukather y la colaboración de Michael Landau y David Paich (Toto), en su Love hurts (1991), de su etapa más hard roquera. La original, en cuya composición colaboró Lou Reed, apareció en el Music from «The Elder» de 1981.
Girlschool- Do you love me?
Seguimos con mujeres roqueras. Las británicas Girlschool patean un par de culos con esta versión, pegajosa, ochentera y llena de encanto y personalidad. La grabaron para su quinto disco titulado Runnig wild (1985). El corte original cerraba Destroyer (1976). Una canción de amor desesperado, en el fondo.
Skid Row – C’mon and love me
Otra historia de amor (más o menos) por otros tipos malos. Sebastian Bach pone su poderosa voz al servicio de uno de los más veloces temas de los primeros años de la banda. El original pertenece al Dressed to kill (1975) y la versión completó el single Slave to the grind (1991) del álbum de igual título.
Anthrax – Parasite
Y otra extraña pasión: la que Scott Ian (guitarrista) y sus colegas de Anthrax tienen por Kiss. Han colado versiones siempre que han podido, las adoran. Esta, que les pega más que ninguna, con ese fabuloso riff de Mr. Frehley, la grabaron durante las sesiones de State of Euphoria (1988) y la editaron en su EP del siguiente año Penikufesin. Kiss la metieron en su segundo largo titulado Hotter than hell (1974).
Helloween – I stole your love
Andaban en eso de la reconversión los germanos Helloween después de perder al fundador y guitarrista Kai Hansen, al batería Ingo Schwintenberg y al cantante Michael Kiske. Con Andy Deris a la voz grabaron este pedazo de cover en las sesiones del Master of the rings (1994). Se editó como parte del single Sole survivor. La original abría el álbum Love gun (1977). Si quieres más caña, escucha esta de Lost Society.
White Zombie – God of thunder
Otro que no oculta su pasión por Kiss es Rob Zombie, polifacético del siglo XXI. Antes de ser famoso, allá por 1989, grabó esta rotunda versión para un EP de igual título. No se imaginaban los compositores originales cuando la metieron en Destroyer (1976) que llegarían a escuchar esto.
Y de regalo dejo por aquí esta versión a violines del single más vendido de la banda, I was made for lovin’ you, del álbum Dynasty (1979), a cargo del cuarteto ruso Silenzium.
No vamos a perder el tiempo con presentaciones. «Los rolin» son una de las bandas más icónicas de la música contemporánea y un referente para varias generaciones. ¿Alguno de los tipos de la foto se hubieran creído el alcance de su creación musical? Hoy hemos querido hacer un pequeño homenaje a sus satánicas majestades a través de la voz y la música de diez propuestas diferentes, algunas, sorpresa, aparentemente alejadas del rock clásico de los británicos.
A disfrutar…
Exodus – Bitch
Lejos de su sonido habitual, Exodus llevan a su campo esta canción que los británicos incluyeron en su Sticky fingers (1971). La versión, en el álbum Force of habit (1992).
Thunder – Gimme shelter
En 1993 se editó un single del mismo título en la que Thunder, Little Angels y Hawkwind rinden homenaje a este tema incluido en Let it bleed (1969).
The Who – The last time
Editado como single en 1967 junto a Under my thumb. El original fue número 1 en las lista de singles del Reino Unido apenas dos años antes.
Kiss – 2000 man
Los neoyorquinos tiraron de cover para completar su Dynasty de 1979. Personal revisión de un corte grabado para Their satanic majesties request (1967).
Johnny Winter – Jumpin’ Jack Flash
El albino era experto en mejorar las canciones de otros, y no se quedó atrás en el directo Johnny Winter And Live (1971) con esta canción que grabaran «los rollin» en 1968.
Buckcherry – Best of Burden
Escoger uno de los cortes emblemáticos de Some girls (1978) para una versión es de valientes, y Buckcherry lo metieron en The covers: volume I (2014)
Gov’t mule – Can’t you hear me knocking
Estos no podían faltar por aquí. Y hemos escogido esta personalísima elección del Sticky fingers (1971) que podemos escuchar en su Stoned side of the mule (2015).
Muddy Waters – Let’s spend the night together
El maestro revisando a sus alumnos. Para Electric mud (1968) escogió este single editado en enero de 1967 que formó parte del álbum Flowers, editado ese mismo año.
Tesla – Mother’s little helper
Se remontan al Aftermath de 1966 en su disco en directo Five man acoustical jam (1990) con una estupenda y personal versión.
Manic Street Preachers – Start me up
Uno de los riffs más conocidos e imitados de la banda inspira a Manic Street Preachers en su participación en el álbum colectivo Sounds of the 80s (2014). La original arrancó como single el Tattoo you de 1981.
Por supuesto, aún hay más. ¿Qué versión echas de menos?
Advertencia: tus oídos van a sangrar. Esta entrada resulta algo perversa, casi masoquista. ¿De verdad hace falta rebuscar en lo más infame de los archivos sonoros para encontrar canciones malas? Canciones que asesinan gatitos cada vez que suenan. Y que, para dolor máximo, intentan servir de homenaje a buenas, excelentes composiciones de nuestro rollo. A este ¿arte? yo lo denomino perversiones.
Pues hace unos días me dediqué a preguntar a colegas y amigos de Twitter y Facebook por su «peor versión». El resultado está aquí; he seleccionado una pequeña muestra. El horror no tiene fin.
Seguro que tú conoces una peor. O igual de (im)prescindible.
Catorce discos a lo largo de veinticinco años de carrera hicieron de Ramones una de las bandas más icónicas del Universo sonoro del siglo XX, tanto su particular imagen, el logo y, cómo no, las canciones. No es de extrañar que diversos y pintorescos artistas de nuestro rollo se hayan marcado cientos de versiones, entre las que hemos querido destacar estas.
Dale al play…
Mötorhead – Rockaway beach
Los de Lemmy se marcaron una buena versión de este clásico del Rocket to Russia de 1977 en su último álbum de versiones Under Cöver (2017)
U2- I remember you
También del mismo año, 1977, es el original de The Ramones, en esta ocasión del Leave home. La banda irlandesa lo tocó en la gira del All that you can’t leave behind y formó parte del single Elevation en 2001.
Vince Neil – I wanna be sedated
El bueno de Vince probó con varias versiones para su debut en solitario Exposed (1993). Hay que reconocer que esta canción del Road to ruin (1978) suena totalmente diferente en la voz de Neil y la guitarra de Steve Stevens. Acompañó al single Sister of pain.
Kiss – Do you remember rock and roll radio
El cambio de los setenta a los ochenta regaló uno de los discos más cuiosos y hasta polémicos de la banda, el End of the century con producción de Phil Spector. De dicho álbum escogieron los también neoyorquinos Kiss este tema para el recopilatorio tributo We’re a happy family (2003)
Attaque 77 – Beat on the brat
El séptimo álbum de los argentinos, titulado Otras canciones (1998), se dedicó a versionear todo tipo de temas, y entre ellos este que formó parte del debut de The Ramones, titulado como la banda y publicado en 1976.
Metallica – Commando
Una de las bandas del Universo Heavy que más gustosas versiones han grabado en su larga carrera se animaron con este petardazo del Leave home (1977) para completar el single St. Anger (2003).
Backyard Babies – Pet sematary
Una de mis favoritas de los años 80 la recreó Backyard Babies para otro tributo a la banda, en este caso de título The song Ramones the same (2002). La original, en el Brain drain de 1989.
Clawfinger – The KKK took my baby today
Que una banda ruda elija una canción del disco más pop de la banda, el Pleasant dreams de 1981, ya resulta interesante. Si además le dan ese toque tan personal solo puede salir bien. Para el curioso A norwegian tribute to The Ramones (2005).
Sodom – Blitzkrieg bop
No podía faltar una de mis favoritas incluida en el debut de la banda allá por 1976. Los thrasher alemanes se pusieron a ello para su directo Live in Zeche Carl (1994).
Morrissey – Judy is a punk
También escogió un tema del debut un tipo tan poco habitual por aquí como Morrissey para completar el single Spend the day in bed (2016).
Y como regalo, os dejo un enlace con 400 canciones en las que se nombra a Ramones. ¿Quién da más?
El recurso de comenzar una canción con unas estrofas cantadas sin música, es decir, a capella, se extiende desde los inicios del rock y fue muy popular en los años sesenta y setenta. Los mismos The Beatles la usaron en numerosas ocasiones. A veces una breve frase, en otras ocasiones una anticipación del estribillo, en otras un pequeño discurso premonitorio. Escuchando el muy recomendable programa semanal dedicado a este mismo tema del amigo Lemmy Rock (aquí el enlace) decidí plagiar su idea para elaborar mi propia lista de canciones que comienzan con la voz lanzada al aire sin más paracaídas que la oreja del oyente. Abajo os dejo la playlist y a continuación trece piezas diversas, diferentes y exageradamente buenas.
Humble Pie- 30 days in the hole
Extraordinaria canción del extraordinario Smokin’ de 1972. Breve intro con intercambio de voces y un rollo «improvisado» fraseando el estribillo.
Queen – I want it all
Recurso habitual de la banda, aparece en Bohemian Rhapsody,Mustapha, Fat bottomed girls o este I want it all, primer single del álbum de The Miracle (1989).
Kiss – I just wanna
Paul Stanley comienza a capella la primera estrofa de la canción, definitoria del resto de la letra: «tengo un cuerpo hecho para el pecado y apetito por la pasión». Del álbum Revenge (1992).
The Eagles – Seven bridges road
Versión de Steve Young, quien la grabara en 1969, aparece en el Eagles Live de 1980. Una canción donde predomina el trabajo a capella sobre el instrumental, mero acompañamiento de las armonías vocales.
Bruce Springsteen – Ain’t got you
Abriendo el Tunnel of love (1987), igual que la canción anterior, la voz cobra protagonismo y la instrumentación es un acompañamiento para desarrollar la melodía vocal. Un sencillo ejercicio de genialidad.
Tigertailz – Love bomb baby
En el año 1990 los hiperlaqueados Tigertailz desde la fría Inglaterra nos regalaron esta bombástica canción con intro recogiendo el estribillo. Armonía pegajosa. Parte de Bezerk (1990)
Genesis – Dancing with the moonlit Knight
Una canción de ocho minutos que empieza con una especie de solo vocal. Una introducción increíble para una canción excepcional. Formó parte de Selling England by the pound (1973).
Kansas – Carry on wayward son
Esta canción entraría en el top ten de cualquier colección de canciones a capella. Parte del álbum clásico Leftoveture (1976). Más de cuarenta versiones lleva acumulada y ninguna tan genial como la de Kansas.
Riot V – End of the world
Clásicos de segunda división reconvertidos, grabaron un disco fantástico en 2018 de título Armor of lightlleno de canciones heavies arquetipo del género. Y no podía faltar la intro a capella anticipando el estribillo.
Yngwie Malmsteen – Heaven tonight
El irreductible sueco Malmsteen concedió esta loa vocal a Joe Lynn Turner para el primer y mágico single de su obra más popular, Odissey. Un clásico del género, la línea principal del estribillo.
Yes – I’ve seen all good people
Arquetipo de la intro a capella. Presentación impecable armonizada a varias voces del tema que reinará en el estribillo o al final de la canción. Una gozada del tercer disco de Yes, el que les alzó a la fama, titulado The Yes album (1971).
Led Zeppelin – Black dog
Otro clásico del género. Robert Plant comienza su historia mientras la banda aguarda presta para hacer su parte. La voz queda sola en varias ocasiones, un detalle característico de Black dog. Abre el mítico IV (1971).
Ghost – Year Zero
Cuando uno quiere parecer un clásico qué mejor que utilizar sus recursos. Y en una discografía que rescata lo mejor de los sonidos heavies y rock de las últimas tres décadas y los pasa por su máquina santificada no podía faltar una intro a capella. Aparece en Infestissuman (2013). Muy maldito.
Millenium – Power to love
Un disco por el que tengo debilidad, Hourglass (2000), contiene esta estupenda intro a modo de primera estrofa (larga) del tema. De lo mejorcito de Jorn Lande.
Y, aquí, la playlist para que os hartéis deintros a capella.
Groupie (o grupi) se define como una persona (usualmente fémina) que admirando a un músico desea tener «intimidad» con dicho músico. Vamos, que quiere follar o coger con el susodicho personaje y si puede ser demostrarlo o llevarse un recuerdo. Hoy en día bastaría con un selfie (un autorretrato, vaya), pero en años vintage había groupies que necesitaban recuerdos de lo más curioso: pelos del pubis o una escultura del miembro viril del artista. Ahí lo dejamos.
Carne de cañón, el premio al final del concierto, rompematrimonios, se han hecho famosas por su insistencia, su encanto y su capacidad para abordar al objeto de sus necesidades obsesivas. En este enlace podéis cotillear algunas de las groupies más famosas. Mientras, dale al play de nuestra pequeña selección de canciones exclusivas sobre las gruopies compuestas por sus víctimas.
Rainbow – All night long
A Graham Bonnet no le cabe duda alguna: «You didn’t come just to see the show/I guess you know what you want to see». La chica tiene la mente sucia, pero las manos limpias. Single del álbum Down to earth (1979).
Ian Hunter – Once bitten twice shy
Curioso que el tema de más éxito de Ian Hunter fuera el primero que compuso tras su salida de Mott the Hoople. La expresión inglesa tiene un equivalente castellano: gato escaldado huye del agua. Hunter la compuso por una groupie que una y otra vez era «engañada» por los músicos de la banda (y de otras bandas). No aprendía la lección.
The Allman Brothers Band – Little Martha
¿Los sureños también necesitan amor tras un sudoroso concierto? Duane Allman compuso esta tonada acústica en homenaje a una amante que conoció en uno de sus bolos. Instrumental del disco de 1972 Eat the peach.
Mr Big – Daddy, brother, lover, little boy (the electric drill song)
El bajista Billy Sheehan escribió la letra de esta canción basada en sus experiencias «tras-concierto». Eric Martin, cantante, le dio una vuelta y se marcó el estribillo: seré tu papá, tu hermano, tu amante, tu niño pequeño, lo que tú necesites. Del álbum Lean into it (1991).
Led Zeppelin – Sick again
Si de groupies hablamos quién si no los más corrosivos tras los escenarios. Dedicaron varias canciones al tema y nos quedamos con esta del Physical graffiti (1975). Aunque no sabe su nombre, Robert Plant sí sabe que la chica que espera en el recibidor del Hotel Paradise, la misma que ha visto desde su limusina al entrar al concierto, va a pasar la noche con él.
AC/DC – Go down
Tema dedicado a una groupie habitual de Bon Scott, llamada Ruby Lips, de cuyos placeres orales disfrutaba el cantante con cierta frecuencia. Era el año 1977 y el disco se titulaba Let there be rock.
Them – Gloria
Si alguien quiere saber qué sucede cuando una groupie se acerca a una estrellita del rock que preste atención a esta canción. Compuesta por Van Morrison y grabada en 1964, se convirtió en un auténtico hit y un estándar del rock. La versión de casi veinte minutos que The Doors hicieron pocos años después, más explícita, no tiene desperdicio.
King Crimson – Ladies on the road
Hasta un tipo tan serio como Robert Fripp tiene sus necesidades. Con la letra del, por entonces, habitual Pete Sinfield, nos cuenta las correrías con esas chicas que siempre aparecen en la carretera. Más bien detrás del escenario. A veces antes del concierto. Del álbum Islands (1971)
Winger – Seventeen
Kip Winger se hizo músico por las mujeres. Con quince años tonteaba por los bares con sus bandas amaters y siempre acababa en cama ajena. Cuando con veintisiete años publicó su disco debut tuvo que acordarse de una «urgencia» con una menor: » Daddy says she’s too young, but she’s old enough for me».
Kiss – Plaster caster
Para el álbum Love Gun (1977) el bueno de Gene Simmons se marcó este homenaje a dos famosísimas groupies de la época, que se dedicaban a hacer esculturas de escayola de los miembros de los miembros de las bandas de rock. Simmons insiste en que tuvieron que usar mucha escayola con él.
¿Sientes fiebre repentina al caer la noche? ¿Abandono? ¿Un hueco en tu alma que no te puede rellenar otra persona? O, por el contrario, tienes tú el remedio para el mal ajeno… Seas de los que sufren por amor o un sabio con un ungüento casero, puedes encontrarte en esta pequeña selección de canciones sobre doctores, curanderos, medicamentos y remedios de todo tipo para las fiebres del corazón. Porque el rock y el metal todo lo solucionan.
Dale al play…
Whitesnake – Medicine man (1979)
Lo tiene claro David Coverdale, nena «Now don’t you ever worry/
If you feel the fever rise/(…)/I’m the medicine man/Your doctor of love». No explica si atiende a domicilio pero supongo que así será. De guardia 24 horas en su álbum Lovehunter.
John Mayall & The Bluesbreakers (1965)
Compuesto y cantado por John Mayall, producido por Jimmy Page y con la guitarra de Eric Clapton. Casi nada. Single caliente donde Mayall se ofrece como curandero (o brujo): «Gonna teach you love at the midnight hour/Gonna feel you burning like a passion flower». El trío calabera.
KISS – Calling Doctor Love (1976)
No podía faltar Gene Simmons repartiendo su medicina. En este tema del Rock and roll over se autoproclama experto, así que, nena, «so if you please get on your knees/there are no bills, there are no fees/baby, I know what your problem is/the first step of the cure is a kiss». Por lo menos no te va a cobrar…
George Thorogood & The Destroyers – Love Doctor (2006)
¿Quién necesita estudiar para tener un título por aquí? Porque Thorogood aclara que «I never went to doctor school/I’m a love doctor/(…)/If you need love, I’d love to operate on you». A pecho descubierto y sin anestesia, vaya. Escuchada en el álbum The hard stuff.
Jackyl – She loves my cock (1992)
¿Y si yo soy la medicina? Eso creía Jesse Dupree en el debut de Jackyl, pues ella ha intentado curarse, ha ido al médico, pero no tiene remedio porque «she loves my cock». Censurada en la edición original «limpia» y cerrando la edición «sucia». ¿De qué hablo? Pincha aquí.
Van Halen – Somebody get me a doctor (1979)
El bueno de David Lee Roth se siente enfermo y necesita urgentemente una cura. No creo que se refiera a ninguno de los doctores anteriores, pero sería curioso si en medio de sus fiebres aparece un melenudo Coverdale o Simmons con su remedio de arrodillarse. De su segundo álbum Van Halen II.
J. J. Cale – Call me a doctor (1972)
En su álbum Naturally también reclama la ayuda de un profesional, porque una dama «took all my bread/ravished my body, lord/and messed with my head». Una semana lleva así el tipo y ya no puede más.
Bon Jovi – Bad medicine (1988)
Y si Roth y Cale andaba buscando un médico, Jon Bon Jovi se resigna a su enfermedad crónica: «I ain’t got a fever, got a permanent disease/And it’ll take more than a doctor to prescribe a remedy». Y es que no hay ningún médico que le pueda curar porque «your kisses is the drug». Del multiplatino New Jersey.
UFO – Doctor Doctor (1974)
Quién iba a imaginar en aquel debut de Michael Schenker con UFO que los dolores y las fiebres de Phil Mogg iban a ser tan legendarios. Un clásico que reclama al médico de guardia porque «she walked up to me/and really stole my heart», vamos que según se arrimó destrozó mi cuerpo y mi alma.
B. B. King – Bad case of love (1961)
Y la cosa sigue empeorando. Un hombre sabio como King decide ir al médico porque se siente enfermo. El doctor en cuestión le diagnostica su mal de amor, pero le advierte «Son, I know just how you feel/you love your baby and you always will/but your wind is short, your pulse is weak/it won’t be long before you’re six feet deep». Un caso incurable.
Robert Plant – Bad case of loving you (1979)
Y el mismo mal padece Robert Palmer, así que insiste a su médico: «Doctor Doctor, gimme the news/I got a bad case of lovin’ you/no pill’s gonna cure my ill/I’ve got a bad case of lovin’ you». Pero Robert no se va a morir como King y pone remedio a su enfemedad «Shake my fist, knock on wood/I’ve got it bad, and I got it good». Un caballero.