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Algunos Discos que sigo escuchando (13): Power Metal

Resulta difícil definir el Power Metal: subgénero del Heavy Metal, rama propia dentro de un saco enorme que llamaríamos Metal o invento de las discográficas para vendernos, como tantas veces, en un mismo cajón grupos de diversa índole. A mí me gusta imaginar que muchas de estas canciones surgen de una mente en la que se sientan juntos Steve Harris (Iron Maiden), Jim Steinman (Meat Loaf) y Freddy Mercury (Queen) a componer, y que un loco productor le mete coros imposibles, acelera las canciones e inventa docenas de adornos, o se para a borrar todo lo grabado y deja un piano y una guitarra para después creerse Wagner y acabar con una orquesta y cincuenta voces haciendo coros. Porque lo bueno de la etiqueta Power Metal es que cabe (casi) de todo: tiernos momentos de pérdida y dolor, largas progresiones épicas, directos puñetazos melódicos.

En la sección Algunos discos que sigo escuchando no intentamos ser los más listos. Sirve para compartir obras que se han quedado en nuestras orejas por diversas razones y a las que volvemos de vez en cuando. Y servidor se aficionó al género en la segunda mitad de los noventa, cuando se me aflojó el empujón del grunge y volví la oreja otra vez al heavy, muy decadente por entonces con géneros extraños y olvidables. En esas aparecieron los discos que a continuación rescato. No tienen por qué ser los mejores del género, ni siquiera de sus protagonistas. Son, simplemente, algunos discos de Power Metal que sigo escuchando muchos años después.

Dale al play…

Edguy – Theater of salvation – 1999

Una canción como Babylon define lo que fue el movimiento Power Metal en los noventa: velocidad, arreglos melódicos, técnica instrumental y coros bombásticos. Tobías Sammet graba aquí, a mi gusto, su primera gran obra llena de referencias al heavy y al speed clásico pero con su toque personal, tanto por su forma de cantar como de componer. El ritmo y el riff de The headless game, la melodía (que me recuerda a los Yes setenteros) con protagonismo del piano en Land of the miracle (o su gemela Another time) y los coros de Wake up the king, sobre ese doble bombo heredero del thrash, ya explican la grandeza de Theater of salvation. No dejes de pinchar Holly shadows (muy Dickinson) o Arrows fly.

Blind Guardian – Imagination from the other side – 1995

Pilar básico del nacimiento como estilo propio del Power Metal y su popularización, estos germanos fueron introduciendo progresivamente distintos elementos a su música (arreglos orquestales, instrumentos clásicos) hasta llegar a este álbum, a mi parecer el más equilibrado de todos aquellos grandes discos de los noventa. Destacan sus letras cercanas al bardo medieval, con recuerdos a Rush o Dio, la épica de arreglos y coros y los estupendos pasajes instrumentales. Con su poderoso estribillo y una guitarra enorme, I’m alive por sí misma justifica el álbum junto a la inicial Imagination from the other side. La delicadeza rabiosa de A past and future secret y la emotividad (ese medievo) de Mordred’s song. Y mis favoritas: The script for my requiem y And the story ends, con las mejores interpretaciones vocales de Hansi.

HammerFall – Legacy of kings – 1998

Quizá los más enraizados en el heavy metal clásico, cualquiera de los cuatro o cinco primeros discos de los suecos HammerFall podría estar aquí. Con la temática de las Cruzadas y los caballeros Templarios como principal referente, engarzan riffs bestiales, voces dobladas y cambios de ritmo sobre una base metalera. Oscar Dronjak y Stefan Elmgren (guitarras) salen triunfadores de cada corte. Los gritos de guerra comienzan en Heeding the call, continúan en una de las mejores de la banda, Legacy of kings, y se gira al heavy de Accept en Let the hammer fall o la balada Remember yesterday. El guitarreo de Dreamland y la velocidad de Warriors of faith te revientan la cabeza.

Stratovarius – Fourth dimension – 1995

En cierto modo Stratovarius inventó su propio subgénero. Dejó de lado las influencias más thrash y metió teclados y arreglos orquestales más clásicos, menos velocidad, más armonías. La entrada de Timo Kotipelto a la voz inaugura la época dorada de la banda finlandesa. Las composiciones de Timo Tolkki suenan perfectas. Solo Against the wind, Galaxies, Distant skies y Winter, cada una rozando un palo distinto de Stratovarius, nos hacen una idea de lo bueno que este disco es: power, prog, heavy, sumado, restado, mezclado. Un excelente estribillo y un emocional solo dan brillo a Nightfall mientras que la épica más neoclásica inspira Twilight Symphony y las raíces oscuras del power crecen en We hold the key.

Gamma Ray – Land of the free – 1995

En cierto modo, Kai Hansen lo comenzó todo. Aquel Walls of Jerycho (1985) de Helloween puede calificarse como el primer artificio consciente de Power Metal y ese Keeper of the seven keys (1987) el primero en tener éxito. Su espantada para formar Gamma Ray nos permitió disfrutar de álbumes fantásticos entre los que escucho aún con frecuencia Land of the free. Comienza fuerte, con una tremenda Rebellion in dreamland de nueve minutos, que ha que tener valor y descaro para comenzar así un disco, pero cuando uno compone una exquisitez perfecta no le tiene miedo a nada. Y aunque, para mi gusto, Hansen falla en las baladas y «las lentas», Farewell (con Hansi Küsh de Blind Guardian a la voz) suena perfecta también. El disco se mantiene en los parámetros genuinos de Power Metal, con Hansen luciéndose en Man on a mission, All the damned o Gods of deliverance. Detalle dedicar el tema Afterterlife a su excompañero Ingo Schwichtenberg, quien se suicidó. Y otro ex, Michael Kiske, pone voz a Land of the free. Imprescindible.

Angra – Fireworks – 1998

A veces las consecuencias de las malas relaciones entre los miembros de una banda acaban con un futuro más que prometedor. Porque si en malas relaciones estos tipos consiguiero armar una colección de canciones como esta, si hubieran mantenido su cohesión quizá hubieran entrado en ese Olimpo reservado a unos pocos. Los brasileños Angra tomaron las raíces europeas del Power Metal y le dieron su propia vuelta de tuerca, aportándole un sonido algo más oscuro y teatral y menos bombástico. Andre Matos está preciso, exacto, emocional. Las guitarras de Bittencourt y Loureiro desarrollan pasajes muy técnicos. La producción de Chris Tsangarides y sus arreglos, sobre todo esa orquesta, acaban de redondear el producto. Canciones como Lisbon, Metal Icarus, Petrified eyes o Extreme dream y las más tranquilas Gentle chane o Fireworks dan en la diana.

Symphony X – The divine wings of tragedy – 1998

Otra vuelta de tuerca dieron al género estos estadounidenses con su metal progresivo a caballo entre el power y el heavy clásico; la capacidad de Michael Romeo para elaborar complejos licks y riffs, la voz de Russell Allen y una de las mejores secciones rítmicas del género parieron una tragedia clásica para el cercano siglo XXI. La inicial Of sins and shadows basta como ejemplo: esos coros de iglesia acelerados, el solo intercambiando protagonismo de guitarra y teclado, el ataque melódico de la voz. Canciones épicas, soberbias, técnicas: Out of the ashes muestra lo mejorcito de Romeo, más neoclásico, The eyes of Medusa nos permite alucinar con el teclado de Michael Pinnela y en Sea of lies Allen literalmente hace un trabajo perfecto. Los veinte minutos del corte The divine wings of tragedy son para escucharlos con calma.

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