Archivo de la categoría: Productores, compositores y otros personajes

Producido por Neil Kernon

No conozco muchos músicos que hayan ganado más de 40 discos de oro o platino y todos ellos viven en el Olimpo del Rock. Y esta es la cifra que, según él mismo, han despachado los trabajos donde Neil Kernon ha participado como productor, ingeniero, músico de sesión o vaya usted a saber qué más. Un tipo que fue virando de Hall & Oates a Queensryche, de Yes a Nile, de Mahavishnu Orchestra a Dokken. «No me gusta hacer una sola cosa, me gusta hacer un montón de cosas diferentes. Me mantiene fresco y me asegura que no voy a estar haciendo el mismo disco una y otra vez». Este es Kernon en su propio estudio.

Niño precoz de familia de músicos, arrancó sus primeras notas en un piano cuando apenas había cumplido cuatro años y se enganchó a una guitarra con siete. Aunque como músico apenas tuvo recorrido, este aprendizaje fue diferencial en su labor tras los mandos: «Encuentro difícil entender cómo se apañan esos productores (que no saben tocar un instrumento) para compartir las ideas con los músicos cuando no pueden coger una guitarra y mostrárselo. Para mi, esta es la manera inmediata de compartir una idea o una sugerencia».

Su primer trabajo en un estudio se lo dieron en Trident con 17 años: el chico de los recados, el teaboy. En apenas cuatro años pasó por todos los puestos tras los controles, fue músico de sesión y participó en discos de Queen (II, Sheer heart attack), Elton John, Mick Robson o Mahavishnu Orchestra. Buscando mejores oportunidades, se marchó a Francia, a los estudios Château d’Hérouville, donde había grabado gente como Jethro Tull, David Bowie o Sweet. Pero seis meses después el estudio cerró por reformas y Neil se quedó en la calle.

Se enroló pronto con una banda ya por entonces mítica. Fue ingeniero de sonido con Yes tanto en estudio como en sus directos dos años (aparece acreditado en Yesshows, 1980), hasta que decidió lanzarse como agente libre y pulular de trabajo en trabajo. Ringo Star le puso, literalmente, a los mandos de su estudio, The Farmyard and Startling Studios , donde hacía de productor, músico de sesión, chico de los recados, telefonista, ingeniero y guardián de las llaves. En tres años, desfilaron gentes tan diversas como Judas Priest (mezclando Unleashed in the east), Peter Hamill (como ingeniero en Nadir’s big chance) o Brand X, en cuyo Product (1979) escribió su nombre como productor por primera vez.

A estas alturas, ya observamos la inquietud laboral de Kernon. Eso que le obligaba a buscar constantemente la novedad, el cambio. Saltó a Nueva York por una casualidad. El teclista de Brand X le pidió ayuda para terminar el álbum de una banda llamada Orleans. Una casualidad que le condujo a su primer gran éxito como productor. Al batería de Hall & Oates le gustó tanto el sonido del álbum de Orleans que hizo de trampolín para que consiguiera el trabajo como ingeniero en Voices (1980). El álbum vendió muy bien, con Kiss on my list alcanzando el número 1 de singles y You make my dreams el número 2. Sus primeros disco de oro y platino. Las dos siguientes publicaciones del dúo, Private eyes (1981) y H2O (1982) funcionaron incluso mejor. Entre los tres han vendido más de 30 millones de copias en todo el mundo; y los tres fueron nominados a los Grammys.

Neil podría haberse quedado repitiendo estas producciones, anclado a un estilo buscando la mansión más grande, el yate más largo. «Yo quería ser más agresivo». Y lo intentó. Su primera obra, digamos, roquera, la produjo con Steve Walsh a la voz y Mike Slamer a la guitarra: el 1st de Street en 1983. Ese mismo año produjo el Drastic measures de Kansas y, a partir de ahí, encadenó un trabajo tras otro aumentando su cuota de protagonismo en el despegar del hard rock en las listas de ventas yanquis. Autograph (Sign in please, 1984), Michael Bolton (Everybody’s crazy, 1984) y, sobre todo, Dokken.

«Dokken fue una aventura y un circo. Los tipos trabajaban muy bien, pero, ya sabes, Don (Dokken) y George (Lynch) rara vez se veían las caras, así que teníamos numerosos problemas logísticos con los que lidiar.» Produjo dos de sus mayores éxitos: Under lock and key (1985) y Back for the attack (1987) creando un estándar de sonido hard & heavy imitado hasta la saciedad. Neil se manejó con los problemas internos de la banda a las mil maravillas, visto los resultados y confesiones como esta: «Cuando grabamos Back for the attack, tenía que pedirle a Don que no rondara por el estudio mientras grabábamos las bases, porque George, literalmente, dejaba la guitarra y se largaba, dejando a medias el trabajo». También escuchamos su magia en Excess all areas de Shy (1987), Boys in heat de Britny Fox (1989), Tough it out de FM (1989) y los debuts de Heaven’s Edge o Valentine (ambos en 1990).

Aquellos años, metió mano en otro producto que marcó tendencia, tanto en su futuro inmediato como en el sonido del metal de finales de los ochenta. Rage for order, el álbum que en 1986 editarían Queensryche, puso a la banda en el mercado, orientó el sonido de sus siguientes obras y fue punto de inflexión para muchos discos a partir de entonces. «Contacté con ellos en cuanto escuché que buscaban un productor. Adoraba The warning (1984) y les persuadí de hacer el siguiente». Consiguieron dar con la tecla: canciones más progresivas, estructuras complejas y un sonido agresivo sin perder la melodía, destacando el juego de ambos guitarristas y la magnífica voz de Geoff Tate. En realidad, la compañía y los mánagers dejaron a Neil al mando porque creían que sonaría distinto. «En los aquellos días trabajaba con compañías que «sugerían» que debíamos cambiar el estilo de la band para acercarlo a las tendencias de la época». Pero ni la banda ni el productor hicieron mucho caso. Kernon iba a producir el siguiente (Operation: mindcrime, 1988), pero el inacabable trabajo con Dokken se lo impidió. «Rage puede ser, a día de hoy, mi colaboración favorita».

Para el cambio de década, nuestro inquieto muchacho se mudó a Seattle. Allí le pilló el cambio de tendencia comercial, con el grunge y el doom metal subiendo en las listas de ventas. Durante un tiempo mezcló clientes más hardroqueros (Shy, XYZ, Petra) con otros acercamientos más metaleros (Flotsam & Jetsam) hasta que se cruzó con Nevermore. «Todavía se llamaban Sanctuary cuando los conocí. Hicimos algunas demos para Epic, pero no encajaba en su «nueva visión alternativa». Las demos acabaron en Century Media y el resto es Historia». Les produjo sus tres primeros: Nevermore (1995), The politics of ecstasy (1996) y Dreaming neon black (1999).

Sus orejas y sus manos comenzaron a buscar sonidos más crudos, más afilados, más veloces. En 1996 se metió en el metal industrial con Skrew (Shadow of a doubt) y en 1997 comenzó a trabajar para el sello Slipped Disc, produciendo su primera obra de death metal poco después para Macabre (Dahmer, 2000) y acabar llegando al regazo de Cannibal Corpse (Gore obsessed, 2002, The wretched spawn, 2004). «Realmente me gustaban Cannibal Corpse. Fue divertido trabajar con estos tipos. También me gustó Macabre: música divertida y grandes chicos!».

¿Cómo puede un mismo tipo ser capaz de evolucionar y mezclar todas estas sonoridades? «Personalmente, siempre doy lo mejor de mí para hacer que las cosas suenen lo mejor posible, no necesito que todo suene igual. Es muy importante para mí que el artista demuestre su individualidad. No me gusta poner mi sello en cada trabajo». Esta libertad para el músico y su pericia y experiencia a los mandos le ha permitido grabar y mezclar este siglo desde su propio estudio (Ranch Studio, en Texas) más de 70 discos, mezclando los sonidos death y heavy metal con artistas progresivos o, incluso, de power metal. Nile (a quien ha producido cinco discos), Aghora, Deicide, Exhumed, Gothminister y un largo etcétera.

Sus manos y sus orejas están en más de 500 discos, donde en al menos 350 ha cobrado como productor o ingeniero de sonido. Un crack, un currito, un tipo inquieto. «Soy algo así como un entrenador. Es muy importante empujar al artista en el estudio para que toque lo mejor que pueda, impulsarles a mejorar, a darlo todo». Palabra de Neil Kernon.

¡A disfrutar de su música!

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Don Airey: secundario de lujo.

En el argot ciclista se usa la palabra «gregario» para referirse al miembro de un equipo que, sin distinguirse de los demás, sin ser un referente, sigue siempre las órdenes del director o vive a la sombra del líder. Algunos han pasado a la Historia como «gregarios de lujo»: ciclistas que se ganaron fama bregando por la victoria de otro, por el éxito del equipo, cediendo su fama individual en favor de la colectiva. Y en la música también existe esa figura, la del currante de escenario y estudio que casi nunca da un paso al frente, pero sin cuya colaboración el resultado final no hubiera sido el mismo. Hoy, rendimos homenaje al teclista Don Airey, uno de esos secuaces imprescindibles, uno que acumula, según Discogs y su propia página web, más de trescientos discos a sus espaldas. O en sus dedos, más bien. Él mismo definió su trabajo: «en cualquier sitio, cuando eres el teclista, tienes que saber exactamente qué es lo que aportas, esa es tu contribución y ese es el rol principal de un teclista. Das a los demás el apoyo que les hace sentir seguros y les hace sentir que su música tiene valor».

Don Airey es uno de los músicos más prolíficos y solicitados del mundo hard roquero desde sus primeros pinitos allá por mitad de los setenta hasta su inclusión en el seno dorado de Deep Purple. De hecho, comienza la biografía de su web con esta frase: «Don ha girado con los grandes y con los buenos y ha tenido un asiento preferente en algunos de los eventos más excitantes de la Historia del rock». Quiénes somos nosotros para juzgar lo contrario. Si hasta tiene un blog realizado por sus fans.

Nacido en 1948, precoz estudiante de piano y enamorado del Hammond desde su adolescencia, tuvo su primera experiencia profesional con un personaje imprescindible en su despegue musical, Cozy Powell, quien venía de tocar la batería con el mismísimo Jeff Beck. Como Cozy Powell’s Hammer grabaron un single juntos en 1974 (Na, na, na), pero la historia no dio para mucho más. Powell le llamó cuatro años después para que probara suerte en una banda en la que estaba tocando; el puesto de teclista había quedado libre y el jefe estaba interesado en escucharle. Esa banda se llamaba Rainbow y Don se sentó tras los teclados a finales de 1978. «Tocar en Japón te hacía sentir como The Beatles: Graham Bonnet y yo tuvimos que correr para salvar nuestras vidas en un centro comercial perseguidos por una manada de mujeres». Grabó Down to Earth (1979) y Difficult to cure (1981). La buena relación con Cozy Powell se extendió a los discos en solitario del batería. Colaboró en el debut en formato largo del colega, Over the top (1979), en el siguiente Tilt (1981) o en Octopus (1983).

Sí, estos son Rainbow en 1981

Entre aquel single primigenio y su entrada en Rainbow, nuestro protagonista formó parte de uno de los combos más interesantes de finales de los setenta: Colosseum II. Otros tres álbumes duró su aventura: Strange new flesh, del 76, y Electric savage y War dance, ambos del 77. Más allá de la música, el mayor valor de aquella experiencia fue conocer a Gary Moore, guitarrista del combo. De él dijo: «Compartir el escenario con el Gary de 22 años, en plena efervescencia, fue inolvidable para la audiencia». La amistad, el buen rollo, formó una alianza que se extendió en el tiempo. Con Gary Moore, en el estudio, sonaron juntos, por ejemplo, en Back on the streets (1979), Dirty fingers (1983), Run for cover (1985) o Still got the blues (1990). De este último, dice Don: «para nuestra sorpresa, se convirtió en el álbum de blues más vendido de todos los tiempos». En directo nos dejaron Rockin’ every night – Live in Japan (1983) o Live (grabado en el 81 y editado dos años después). De hecho, la última grabación de Gary fue para el álbum de Don titulado Keyed up (editado en 2014).

Su fama como arreglista y músico de estudio crecía. Por dejar dos muestras. Le encontramos acreditado en tres canciones del álbum 20 años (1980) del grupo Pecos el mismo año que arregló y tocó en el debut en solitario de Michael Schenker al frente de su banda, MSG (The Michael Schenker Group, 1980). Y en la misma época se (re)encontró con Ozzy Osbourne. «Estar en la banda de Ozzy fue una experiencia de la que me siento orgulloso, pero no querría volver a pasar por ello de nuevo». Años turbios, seguro. La introducción mítica de Mr. Crowley le pertenece por entero. Participó en el estudio durante las grabaciones de Blizzard of Ozz (1980) y Bark at the moon (1983) y en la gira del 81/82. Por cierto, a Ozzy metiendo las teclas en el Never say die! (1978) de Black Sabbath.

La segunda mitad de los ochenta le pilló sin un puesto fijo, por lo que alternó su labor en estudio con algunas giras. Puso sus zarpas en los pelotazos multiplatino de David Coverdale (Whitesnake, 1987, y Slip of the tongue, 1989), donde se encargó de los arreglos, por ejemplo, de Is this love. Otra aventura interesante la vivió junto a Bernie Marsden en el álbum The Pack (1985) de la banda Alaska. No puedo evitar nombrar aquí el debut de Zeno (1986), disco más que reivindicable. Entre sus viajes por los escenarios, destacar la gira con Jethro Tull para la presentación de Crest of a knave (1987). Añadamos finalmente a Judas Priest: Don se convirtió, en cierto modo, en el teclista no-oficial de los metaleros británicos colaborando en Painkiller (1990). Escucha A touch of evil, por ejemplo. Las malas lenguas mantienen que el bajo del álbum lo grabó Don con un Minimoog. Debió de hacerlo bien, porque repitió en Demolition (2001), Angel of retribution (2005) y Nostradamus (2008).

A principio de los noventa tuvo que retirarse temporalmente por problemas personales. Su retorno fue progresivo, colaborando, de nuevo, como músico de estudio, yendo de proyecto en proyecto, hasta acabar en «los Purple» a comienzos de siglo. Entre todas aquellas historias, dejemos para la escucha sus colaboraciones con Uli Jon Roth (Trascendental sky guitar, 2000), Ten (Babylon, 2000) o Glen Tipton (Babtizm of fire, 1997). Pero su mayor éxito lo alcanzó con Katrina & The Waves. Comenzó como arreglista y tocando pianos y Hammond en Edge of the land (1993), siguió en Turn around (1995) y alcanzó el momento de gloria en 1997. Don arregló la canción Love shine a light que representó a Gran Bretaña en Eurovisión y la BBC ofreció a nuestro amigo la posibilidad de dirigir la orquesta el día del concurso. La canción ganó aquella edición. Airey, gran fan de Eurovisión, afirmó poco después: «ha sido mi mayor orgullo». Ahí le tenéis.

En 2001 recibió una llamada que cambió, una vez más, su vida: sustituyó temporalmente a Jon Lord tras las teclas de Deep Purple en la gira de aquel verano. Poco después, Lord anunció su retirada definitiva y Don fue nombrado miembro oficial de la banda, en la que permanece hoy en día. «Fue difícil durante dos o tres años. Estuvimos trabajando muy duro y nadie dijo mucho. Pero gradualmente encontré mi sitio en una nueva identidad». Ha grabado seis discos de estudio y ha girado incansablemente por todo el planeta. Woosh (2020) y Now What? (2013) son especialmente jugosos, con la producción de Bob Ezrin. Y si quieres saber a qué suenan estos «Purple» en directo, pincha Live at Montreux (2007) o Live in Rome (2019).

Y, claro, con tanto tiempo libre también ha publicado y girado con su propio nombre en la portada o los carteles. Cinco discos en estudio, desde K2 en 1988 hasta One of a kind en 2018, con el recomendable Keyed up (2014) en medio. Su última publicación ha sido un directo grabado en Alemania titulado Live in Hamburg (2019), donde repasa algunas de las mejores canciones de su larga trayectoria. Muy recomendable.

Para cerrar este homenaje, una reflexión sincera. «La cuestión es que soy un teclista en una banda de rock y tienes que permanecer quieto mientras tocas. Esos guitarristas y esos cantantes tienen personalidades enormes». Esos guitarristas: Richie Blackmore, Steve Morse, Randy Rhoads, Gary Moore, Jake E. Lee o Martin Barre. Esos cantantes: Ian Gillan, Ozzy Osbourne, Joe Lynn Turner, David Coverdale o Graham Bonnet. Algo sabrá de todo esto.

Producido por Roger Glover

Más allá de su existencia musical al lado de Ritchie Blackmore, bien en Deep Purple, bien en Rainbow, Roger Glover desarrolló una labor como productor a lo largo de docenas de álbumes y singles. Ganó fama a los mandos tras «abandonar» en el verano de 1973 Deep Purple; entre ese momento y hasta su regreso al lado de Blackmore en la primavera de 1979, para producir y tocar en Down to earth, se encargó de una fantástica colección de canciones que hoy vamos a repasar.

Antes aún, mientras era uno de los tipos que tocaban en una de las bandas más grandes del Universo roquero, se encargó del debut de Rupert Hine, Pick up the bone (1971), y su continuación, Unfinished picture (1973) para el sello discográfico creado por los mánager de Deep Purple y que, con poca originalidad, llamaron Purple Records. En 1972 produjo el debut de Elf, banda en la que cantaba Ronald Padavona, quien poco después se haría famoso con el nombre artísitico Ronnie James Dio. Glover colaboró también en los dos siguientes (Carolina County Ball, 1974, y Trying to burn the sun, 1975). Poco después Dio se enroló en los Rainbow de Ritchie Blackmore, comenzando su ascenso a los cielos.

En el verano de 1973 Roger Glover fue «despedido» de su banda amada: junto a Ian Gillan, cantante, recibió una patada de su adorado Blackmore. En el último concierto de aquella gira el guitarrista le dijo: «no es nada personal, tan solo son negocios». Este «nada personal» despido no impidió que, años después, los dos retomaran su relación profesional. Aquellos (casi) seis años de travesía los aprovechó Roger para hacerse con los mandos de numerosos proyectos, propios y ajenos.

Uno de sus grandes clientes fueron los escoceses Nazareth. Tras dos álbumes con poco éxito y muchas ganas de ser famosos, recurrieron a nuestro protagonista en las postrimerías de 1972 para grabar Razamanaz (1973), donde comenzaron a formar su sonido característico con temas determinantes como Woke up this morning, la propia Razamanaz o Broken down angel. Repitieron fórmula en Loud’n’proud (1973) y Rampant (1974).

Curiosamente, otro de sus clientes importantes fue David Coverdale, quien entrara en Deep Purple según salió Roger. Tras la muerte del guitarrista Tommy Bolin, el grupo desapareció y Coverdale recurrió a Glover para arrancar su carrera en solitario. Produjo el debut White Snake (1977) y su continuación Northwinds (1978); él mismo toca los teclados y la mandolina y recurrió a Dio para los coros. Micky Moody tocaba las guitarras con un feeling bestial, gracias, mucho, a la magia técnica de Roger, quien, oh, sorpresa, se encargó su disco con Bob Young (The Young & Moody Band, 1977). Como la «vida púrpura» es pequeña, dos excompañeros, el teclista Jon Lord y el batería Ian Paice, acabaron formando con David la banda Whitesnake, haciendo, de nuevo, historia.

Entre el 76 y el 77 alcanzó un pico de popularidad. Tuvo ocasión de colaborar con su colega expulsado Ian Gillan en el álbum de este titulado Child in time (1976) bajo el paraguas The Ian Gillan Band. En septiembre de ese mismo año se metió al estudio con otra bestia de las seis cuerdas, Rory Gallagher, para registrar Calling card (1977). Quizá Rory quiso retomar el pulso roquero con la adición de Roger o, simplemente, lograr un sonido final distinto, pero lo cierto es que el álbum está entre los mejores de su carrera. También grabó en los Rampton Studios con unos aún desconocidos Judas Priest, resultando una de sus primeras gemas, Sin after sin (1977), con canciones como Sinner o Diamonds and rust.

Tuvo tiempo de grabar un single con Status Quo (Wild side of life, 76) y meter mano a numerosos artistas, más o menos desconocidos: Strapps, Eddie Hardin, Grand Theft, entre otros. Grabó dos discos en solitario. El primero, The butterfly ball and the grasshopper´s feast (1974), un álbum conceptual basado en el poema infantil del mismo título, contó con una colección impresionante de colaboradores; como ejemplo, cantaron David Coverdale, Gelenn Hughes, John Lawton, Eddie Hardin o Ronnie James Dio, quien dio voz al single Love is all. Para su segundo largo también intentó otro salto mortal, incluyendo a la orquesta filarmónica de Munich: canciones dedicadas a los cuatro elementos y un pequeño final, composiciones progresivas llenas de sintes, cambios y atmósferas distintas. Elements (1978) se tituló.

Con todo esto, alcanzamos la primavera de 1979, cuando su ex-compañero Blackmore le reclama para producir el que sería cuarto trabajo de Rainbow. De inicio, la labor de Glover no iba a ir más allá, pero el baile de músicos en aquellos meses hizo que tuviera que grabar la mayor parte de las líneas de bajo y hacerse cargo de las letras y las melodías vocales durante la composición. Así, apoyado por Cozzy Powell (batería) y Don Airey (teclista) acabó siendo miembro permanente de la banda y responsable, al final, de la producción no solo de Down to Earth (1979), si no también de los siguientes cuatro largos del grupo: Difficult to cure, 81, Straight between the eyes, 82, y Bent out of shape, 83. Cuando en 1984 decidieron retomar el trabajo con Deep Purple junto a Ian Gillan, Ian Paice y Jon Lord, volvió a encargarse de la producción; no dejó los controles en los siguientes seis álbumes, cuando ya fue «sustituido» por Michael Bradford, primero, y Bob Ezrin, después.

En medio, se permitió pocas licencias. En 1980 acudió en ayuda de Michael Schenker para su debut como The Michael Schenker Group y diez años después se lo hizo con Pretty Maids y su extraordinario Jump the gun.

Un tipo de inquietudes musicales, como demuestran sus obras en solitario, que fabricó un estilo tras los mandos que ha dejado una excelente discografía, digan de pasar una buena tarde con las orejas atentas.

Recordando a Vinnie Vincent: el hombre que pudo reinar

Vinnie Vincent fue el nombre de guerra de Vincent John Cusano, guitarrista, compositor, cantante, productor que tuvo un éxito tan veloz como efímero en los años ochenta. Entre su ascenso a la primera línea del hard&heavy y su caída en desgracia apenas transcurrieron seis años. ¡Pero qué buena música dejó! Hoy repasamos aquellos pasos de gigante.

Los orígenes: Vincent Cusano.

A Vincent Cusano le regalaron una guitarra para su décimo cumpleaños. En 1987 contó “dormía con mi guitarra cuando era un niño y apenas sabía tocarla, pero amaba aquella guitarra más que nada y desde entonces siempre he necesitado tocar”. En su Bridgeport natal se hizo conocido por llevarla a todos lados. Su primera grabación fue un sencillo titulado Happy birthday U.S.A. en 1976 junto al cantante David Wolff; ambos lo editaron con seudónimo: Kid Cashmir & Winnie LeCoux. En 1977 con Felix Cavaliere forma la banda Treasure, grabando un álbum homónimo. En ella Cusano compone dos temas (Innocent eyes y Turn yourself around) y graba todas las guitarras. Cavaliere recuerda: “Vincent hacía muchos conciertos solo en Connecticut; se subía a los escenarios de bares y restaurantes y podía tocar cualquier cosa”. Los siguientes años colabora con diversos artistas (Laura Nyro, Dan Hartman) hasta que decide, con el cambio de década, y dos hijos a su cargo, mudarse a Los Angeles, una ciudad donde un tipo con inquietudes y talento podrá, quizá, tener mejor fortuna.

Asentado en la ciudad comenzó a colaborar con diversos músicos. Formó parte de la banda que Carmnie Appice montó y que en directo acabó llamándose Carmine Appice and The Rockers; incluso compuso una canción (Drum city rocker) para el álbum homónimo de 1981. Por esa época comienza a componer con Adam Mitchell y graba una demo con canciones como Tears, Back on the Street, More than Friends o My love goes with you que mueven por distintas productoras. Una de estas canciones, Tears, acabó en el disco de Peter Criss, exbatería de Kiss, titulado Let me rock you (1982).

El año que cambió todo.

En 1982 ocurrió una casualidad que llevó a nuestro protagonista del hoyo a la cima del rock en apenas unos meses.

La situación para las sesiones del que sería el décimo álbum de Kiss no podía ser más caótica. Durante la grabación, los continuos problemas con el guitarrista Ace Frehley obligó a reclutar a un sinfín de amigos y colaboradores a las seis cuerdas. Por allí pasaron músicos de todo tipo. Adam Mitchell sugirió a su colega Cusano que colaborara con alguna de sus canciones y le llevó al estudio. Allí conoció a Gene Simmons. Vincent recordaba: “Le dije a Gene “es un placer, yo siempre he sido fan vuestro” y le di mi número de teléfono para que me llamase. Estuve una semana sin apenas comer y dormir. Al final me llamó y las primeras canciones que hicimos fueron Killer y I love it loud. Luego me presentó a Paul y con él escribí I still love you y un par de temas más”. Así, en aquellas sesiones tocó las guitarras en, al menos, cinco cortes: Danger, Keep me comin’ (compuestas por su colega Mitchell), Killer, War machine y I love it loud. Lo cierto es que Vinnie enseñó lo mejor de su arsenal a los dos cerebros de Kiss, intentando impresionarles. Pero ni Gene ni Paul veían que el “bajito” de Vincent pudiera encajar en la banda.

En aquellas, sucedió otro acontecimiento que cambió el destino de nuestro protagonista. Paul Stanley había producido (junto a Mike Stone) el debut de una banda llamada New England tres años antes y se había llevado a los chicos de gira con la banda. Ante la huida de su líder, John Faldo, tres miembros del grupo, el teclista Jimmy Waldo, el batería Hirsh Gardner y el bajista Gary Shea, llaman a Paul pidiéndole ayuda; buscaban “un guitarrista que componga y pueda cantar”. Stanley les recomendó que probaran con Vincent y los tres músicos viajaron a Los Angeles. Se instalaron en los estudios SIR, en una sala contigua a la que Kiss usaba para componer, ensayar y, al mismo tiempo, audicionar guitarristas. Vinnie comienza a tocar con sus nuevos colegas algunas de sus viejas canciones y surgen otras nuevas: Boys gonna rock, It ain’t pretty being easy, Baby oh why, Hot nights. El nombre elegido para la banda fue Warrior. Stanley se pasó a saludar a sus colegas de New England. Y escuchó lo que por allí se cocía. Aunque Vincent seguía sin ser el tipo que querían Simmons y Stanley para el grupo, acabó siendo la decisión obvia. Por cierto, Faldo y Shea acabaron formando Alcatrazz con Malmsteen y Graham Bonnet.

Nace Vinnie Vincent.

La salida de Creatures of the night (1982) coincidió con el adiós definitivo de Ace Frehley. Una presentación breve de Vincent ante los medios oficializó el cambio. En ella Simmons afirmó: “es una pena que Ace no pueda tocar con nosotros, pero es fantástico tocar con Vinnie. Es un guitarrista increíble. Realmente no creo que hayamos perdido algo imprescindible. De hecho, creo que hemos ganado mucho”. Como el propio Vinnie dijo: “mi entrada en Kiss fue una historia impresionante llena de giros del destino”.

Igual que unos años antes se hizo con el batería Eric Carr, Vinnie necesitaba un personaje para formar parte del espectáculo. El elegido por Stanley fue el guerrero egipcio Ankh y el maquillaje incluía una cruz dorada. Simmons sugirió cambiarle el nombre: Vincent significa «vencedor»; veni vidi vici, pensó Simmons. Y a partir de entonces se le concoció como Vinnie Vincent («vino y venció»). No a todo el mundo le bautiza una estrella del rock. Así, el 28 de diciembre, en Bismarck, Vinnie Vincent, el guerrero Ankh, se subió por primera vez a un escenario. La gira se extendió hasta finales de junio por Estados Unidos, Europa y Sudamérica, donde batieron el récord de asistencia a un concierto en Maracaná. Aquellas fueron las últimas actuaciones de la banda con el maquillaje. Y, en realidad, iban a ser las últimas con Vincent.

Porque Simmons y Stanley no acababan de encajar la maniática personalidad de un Vincent que comenzaba a creerse imprescindible. Y lo que sucedió el año siguiente, quizá, le dio la razón. En verano de 1983 entraron a grabar su nuevo álbum en los estudios Record Plant con Michael James Jackson a los controles. Por primera vez desde Dressed to kill (1975) todas las canciones habían sido compuestas por miembros de la banda, sin ayuda de escritores externos; eso sí, Vincent ponía su sello en ocho de las diez canciones. Su forma de componer y el sonido de su guitarra marcan el álbum sin ninguna duda, casi como una Kiss-Vincent Band: Not for the innocent, Young and wasted, A million to one o Gimme more sirvan de ejemplo. En septiembre de aquel año se publicó Lick it up, el primero sin el maquillaje, presentado con una sobria portada. El álbum escaló pronto al puesto 24 en Estados Unidos convirtiéndose en disco de oro antes de las Navidades, su mayor éxito en siete años. Incluso en Europa, gracias al sencillo Lick it up, despegaron las ventas hasta el punto de embarcarse en una gira de seis semanas y cuarenta y nueve conciertos.

Esas semanas fueron determinantes para que Simmons y Stanley decidieran prescindir de Vincent. Según Simmons: “la persona más auto-destructiva que he conocido, ese chico se colgaría así mismo si alguien le diese las llaves del cielo”. Pero la premura de las fechas por Estados Unidos obligó a que permaneciera con ellos hasta el 17 de marzo de 1984. Ese día fue despedido. Paul expresaría: “no existe otra forma mejor de decirlo, había problemas con él, personales y musicales”. Este despido no sentó nada bien a Vinnie: “mi química con la banda ayudó a devolverles a los primeros puestos y a darles una credibilidad musical que nunca habían tenido”. Detrás de todo esto, había una pelea por los royalties de las canciones, pues Vincent consideraba que no se estaba reconociendo su aportación a la banda.

La Vinnie Vincent Band.

Chrysalis fue la compañía que ofreció a Vincent un contrato muy jugoso para su nueva aventura: ocho discos y nada menos que 4 millones de dólares. Así que comenzó a buscar compañeros de aventuras. El primero en subirse al carro fue Dana Strum, ambicioso músico, bajista, guitarrista, cantante, lo que hiciera falta, quien acabó siendo la herramienta imprescindible en el estudio para lograr alcanzar el nivel estratosférico de locura que Vinnie llevaba en sus dedos por entonces. Audicionaron a numerosos baterías, siendo el elegido el musculoso Bobby Rock. Y para la voz, llamó a un antiguo amigo, Robert Fleishman, efímero cantante de Journey, que había sido candidato ya a participar en Warrior. La maqueta de Warrior fue determinante para que la compañía insistiera en Fleishman.

El álbum se grabó en un estudio pequeño en Hollywood, los Baby-O Recorder, que inspiraron el cambio de nombre de una de las canciones. La grabación fue tan abrumadora como el sonido que se buscaba, con Vincent creciendo en su obsesión y descontrol. Bobby Rock cuenta que tuvo que grabar hasta cuatro veces sus partes ya que cambiaba diariamente de arreglos las canciones, recordando que “ha sido la peor experiencia en un estudio”. El cantante Robert Fleishman afirma que un día se volvió literalmente loco: “intentaba hacer un solo durante varios minutos, finalmente se paró, destrozó su guitarra contra el suelo y se meó en ella. Y ahí estaba, meándose en su guitarra y en un suelo de madera. Fue una locura”.

El album: Vinnie Vincent Invasion (1986)

El disco se publicó, finalmente, en mayo de 1986 con una advertencia: “made 2B played at maximum volume”. Contenía diez canciones hiperproducidas con grandes momentos como Boyz are gonna rock, Shoot U fool of love, su versión de Back on the streets o I wanna be your victim. Los solos hipérboles y las capas de guitarras, teclados y voces convirtieron el debut de la banda en un disco (más o menos) icónico, casi padre de un estilo alocado y sobrecargado que tendría imitadores (Nitro, Tygertailz).

Fleishman no sobrevivió a la grabación y fue sustituido por un joven Mark Slaughter. De hecho, Mark pone cara a la voz de Robert en el único vídeo del disco, Boyz are gonna rock. El sustituto, en realidad, iba a ser Göran Edman, quien audicionó y grabó una maqueta, pero Strum apostó por el desconocido Mark. Las disputas por elegir al cantante retrasaron la promoción y el tour, rebajando las expectativas creadas por el álbum. Aun así, cuando todo estuvo dispuesto, giraron por pequeños clubes e hicieron de teloneros para Alice Cooper y Iron Maiden. El álbum se mantuvo seis meses en listas y recibió bastante atención de la MTV (Vinnie tuvo temporalmente un programa en el que comentaba vídeos y hacía entrevistas).  

Después de la invasión.

La compañía apretaba a Vinnie para que compusiera canciones más vendibles e insistía, por lo visto, en que dejara a Dana escribir con él. Los meses siguientes fueron confusos. Vincent grabó una maqueta con canciones nuevas, pero con la voz de Jeff Scott Soto (había cantado en los dos primeros discos de Malmsteen). Volvió al estudio con sus antiguos camaradas y nuevas canciones. Se prestó a ser algo más comedido, menos exagerado, quizá convencido de que el camino al éxito era ese, quizá presionado por la compañía, que confiaba en Strum como elemento catalizador. La producción acabó con All systems go (1988) en la calle. Quizá por la voz de Dana, menos chillona, quizá por unas canciones más centradas, vendió mejor que su antecesor y alcanzó rápidamente el disco de oro. La compañía apostó por la ellos, metió una canción en la banda sonora de Pesadilla en Elm Street IV (y entonces una banda sonora era un escaparate excepcional), grabó dos vídeos.

Y tras All systems go y la posterior gira, el contrato de Vinnie se fue al garete. Hay quien dice que Dana y Mark se lo robaron; hay quien dice que la compañía se cansó de los excesos y los caprichos del guitarrista; hay quien dice que Vincent lo rompió cansado de la censura y el control de los ejecutivos. Lo cierto es que, sin sus compañeros de fechorías, se dedicó a buscar un cantante. Grabó maquetas con Göran Edman a la voz, Chris Lee al bajo y Andre Labelle a la batería. Yngwie Malmsteen le robó a Edman. Después lo intentó con el colega Fleishman, pero el proyecto no salió adelante. A principios de la nueva década, se acercó a Gene Simmons para intentar retomar su colaboración con Kiss; el bajista aceptó componer con él nuevas canciones, que acabaron en el álbum Revenge (1992). Pero nuevos problemas con el contrato y el dinero convirtieron a Vincent en persona non grata durante más de veinte años en el Universo Simmons-Stanley.

El genio de Vincent imaginó un mega-álbum de guitarras imposibles al que primero tituló Revenge (adivina quién le pidió prestado el título), luego Guitars from Hell y finalmente Guitarmageddon. Nunca se acabó. La última publicación oficial, de 1996, fue el EP Euphoria.

Y ahí se acaba esta historia. Un tipo que pudo reinar. Buen compositor y excelente guitarrista, que, además, cantaba con buen tino. Pero no supo gestionar su genialidad ni su genio y la misma industria que lo aupó rápidamente lo tiró a la basura con igual velocidad.

Band of brothers (4): los Abbott y los Van Zant.

Un repaso a la curiosa relación de hermanos musicales a lo largo de la larga Historia del Rock.

Los Van Zant

Tres hermanos, tres cantantes. Ronnie, el mayor, el más famoso, a quien debemos este artículo, Donnie, el mediano, y Johnny, obviamente el pequeño. No se comieron en casa la cabeza con los nombres. Nuestro Ronnie formó a finales de los sesenta una banda que acabó llamándose Lynnyrd Skynnyrd para convertirla en uno de los grupos más famosos del southern rock desde su debut en 1973. En la compañía MCA editaron cinco álbumes de estudio hasta 1977. Ese año se produjo el «famoso» accidente: Ronnie falleció junto a otros miembros de la banda cuando el aeroplano en el que viajaban entre dos conciertos se quedó sin combustible en mitad del vuelo. El grupo permaneció en silencio hasta que en el año 1987 el pequeño de la familia, Johnny, decidió resucitarlo y convertirse en su cantante y compositor principal. Desde entonces han editado nueve discos más de estudio y giran habitualmente por el planeta Tierra. Antes, había grabado cinco discos bajo el nombre de The Johnny Van Zant Band. El mediano, Donnie, formó 38 Special en 1974 y ha permanecido de manera continua en ella hasta el año 2013, publicando doce álbumes. El grupo tuvo cierto éxito comercial durante los primeros ochenta con varios singles multiventas. Los hermanos menores colaboraron juntos de manera puntual hasta que editaron el muy recomendable Brother to brother (1998). En este siglo nos han regalado otras tres entregas de su proyecto Van Zant. Una estirpe de músicos alrededor del mito del hermano mayor, pero con una carrera de indiscutible calidad. Por cierto, puedes pasar la noche en la casa donde se criaron, en Jacksonville, Florida, por un módico precio.

Los Abbott

Darrell Lance Abbot, alias Dimebag, y Vincent Paul Abbott, conocido como Vinnie Paul, son famosos en el mundo de la música por formar parte de Pantera. A los catorce años Vinnie comenzó a tocar la batería; su hermano, dos años menor, intentó emularle, pero el bueno de Vinnie no le dejaba tocar su instrumento, así que Darrell se agenció una guitarra. Se pintaba como Ace Frehley y hacía poses delante del espejo. Unos meses más tarde, los dos tocaron su primera canción juntos: Smoke on the water (Deep Purple). Y desde entonces permanecieron unidos en lo personal y en lo musical. A principios de los ochenta formaron Pantera (Vinnie, 17 años, Dimebag, 15). Su padre, Jerry Abbot, músico country y compositor, quien tenía un estudio, les produjo sus primeros cuatro discos y les hizo de manager hasta que firmaron con Atco Records. A principios de los noventa se convirtieron en un icono del metal con Cowboys from hell (90), Vulgar display of power (92) y Far beyond driven (94). Permanecieron unidos en Pantera hasta el año 2003: los problemas de su cantante, Phil Anselmo, les empujó a formar Damageplan y editar New found power (2004). Pocos meses después un pirado asesinó a tiros en el escenario a Dimebag. Los dos hermanos colaboraron en 2000 con el cantante country David Allen Coe en un extraño proyecto al que llamaron Rebel Meets Rebel; grabaron un disco que se editó de manera póstuma en el 2006. La guitarra de Dimebag se hizo habitual en los discos de Anthrax durante los noventa. Vinnie volvió al negocio musical como baterista de Hellyeah, donde permaneció hasta su muerte en 2018 editando cinco álbumes de estudio. El amor entre ambos hermanos siempre fue profundo y sincero. Cuentan que Darrell rechazó unirse a Megadeth, antes de hacerse famoso, porque no podía llevarse a Vinnie al grupo. Descansan ambos juntos en el cementerio de Moore, en Texas.

Recordando a Les Dudek

Seguramente no sabes quién es. O quizá sí, ya que estás leyendo esto. El caso es que Les Dudek no pasa de ser un casi famoso del mundillo roquero. Aunque en su página web afronta esto diciendo «Les Dudek es un verdadero tesoro americano que es reconocido y admirado por sus iguales como un talento genuino, un músico magistral y reverenciado como un guitarrista de leyenda por los aficionados a la guitarra». ¿Tampoco te suena? Con estas credenciales deberías postrarte a sus pies.

Sus primeros pinitos profesionales los realizó de forma casual en el álbum Brothers & sisters (1973) de The Allman Brothers Band. Toca en Ramblin’ man y en Jessica. De hecho, afirma ser co-compositor de esta última: ¡aún espera el cheque de Dickey Betts con los royalties! El joven Les, 21 años tenía, y su colega Peter (ambos en una banda llamada Power) se enteraron que Betts quería comenzar en solitario tras la muerte de Duane Allman. Se acercaron a su casa, probando suerte, y acabaron tocando todo el fin de semana con él. Encajaron. Hicieron algunas demos unos días más tarde, pero, finalmente, Gregg Allman y Betts decidieron retomar el camino de The Allman Brothers Band. Esa amistad hizo que Betts le llamara para tocar en el disco y, según Dudek, colaborar en la composición de Jessica un día de barbacoa familiar. A saber.

La vida profesional de nuestro protagonista se quedó allí atascada unos años hasta que Boz Scaggs le contrató para tocar en Silk degrees (1976) al lado de la mitad de Toto (los hermanos Porcaro y David Paich). Se fue de gira con él coincidiendo con Steve Miller Band; en esa gira acabó tocando con ambos músicos en cada concierto. Con Miller grabó en los magníficos Fly like an angel (1976) y Book of dreams (1977).

Ese año 76 resultó clave en la vida de Les: dice que recibió ofertas de The Rolling Stones y de unos aún incipientes Journey. Pero aceptó la oferta de Columbia Records para lanzarse en solitario y allá que fue. Grabó tres excelentes álbumes: Les Dudek (1976), Say no more (1977) y Ghost town (1978). Imprescindible ese debut, donde toca la batería Jeff Porcaro y el piano el colega David Paich. Aunque consiguió cierto éxito menor con algunos singles, acabó volviendo a colaborar con otros artistas de Columbia para rellenar el jornal. Tocó con Mike Finnigan, Richard Bear o Maria Muldar.

Dando vueltas por el mundo, conoció a Cher. Las casualidades de Dudek. Se presentó a la audición que la famosa cantante hacía buscando músicos que le ayudaran a relanzar su carrera. El tipo debió caerle bien: se pasaron los siguientes tres años de relación sentimental. Ambos formaron el grupo Black Rose; un álbum y una breve gira después se convencieron de que ese invento no iba a funcionar. Dudek afirma (igual empieza a parecer un poco fanfarrón) que le recomendó a la diva que se pasara al celuloide. En este periodo, el guitarrista publicó otro disco magnífico, Gypsy ride (1981) y montó un trío con Mike Finnigan y Jim Krueger, ambas aventuras con poco éxito también.

Tras la ruptura sentimental y profesional, comenzó un periodo algo oscuro para nuestro artista del que salió gracias a su ex. Participó como actor en la película Mask (1984) y compuso tres cortes para su banda sonora. Ese pequeño impulso le acercó a Steve Nicks, con quien grabó el álbum Rock a little (1985) y realizó la gira Whole lot of trouble tour.

Ni con esas consiguió ganarse la fama que creía merecer. Y decidió apartarse del ruido de los escenarios, de la ruina del rock de bandas y divas. Se reconvirtió en compositor de bandas sonoras y música para programas de televisión. Ahí sí comenzó a sonarle el teléfono: NBC, ESPN, ABC, todas las cadenas querían su toque. Diez años estuvo apartado del gusanillo de grabar un disco hasta que en 1994 lanzó el interesante Deeper shadow of blues. Desde entonces ha ido alternando su labor compositiva para la televisión con la edición de discos y breves giras. En 2003 grabó Freestyle y en 2013 el también recomendable Delta breeze.

Un guitarrista excelente y un buen compositor con varios discos en solitario recomendables y algunas colaboraciones muy jugosas. Dale un repasito a su discografía. No tiene un disco malo. Ni abuela que le tenga que alabar: se autodenomina «una leyenda de la guitarra cuyo trabajo ha influenciado la Historia del Rock and Roll». Casi nada.

Band of brothers (3): los Davies y los Bachman.

Un repaso a la curiosa relación de hermanos musicales a lo largo de la larga Historia del Rock.

Los Davies

Ray (el mayor) y Dave Davies pasaran a la Historia de la música por ser miembros fundamentales de una de las más grandes e influyentes bandas de pop rock: The Kinks. Juntos y casi siempre revueltos mantuvieron la nave durante treinta y dos años, despachando más de 50 millones de discos, conseguir meter cinco singles en el Top-10 estadounidense y cinco álbumes entre los más vendidos en el Reino Unido. Cifras aparte, su calidad compositiva desde los inicios a mitad de los sesenta hasta principios de los setenta valen ya un monumento. Fuera de la nave nodriza, Ray ha editado seis discos en solitario, comenzando con Return to Waterloo en 1985 (incluyendo una película que él mismo dirigió) hasta Our country: American act II del 2018. Ha compuesto canciones para bandas sonoras (Absolute beginners) y ha participado en varios musicales: Chorus Girls (1981) o Around the world in 80 days (1988) son dos de ellos. Le nombraron caballero en 2017 por su labor artística. El pequeño Dave editó varios singles en solitario durante 1967; Death of a clown y Susannah’s still alive vendieron bien, pero no llegó a grabar un álbum completo y no fue hasta 1987 (The album that never was) y 2011 (Hidden treasures) cuando se recopilaron estos singles junto a caras B y canciones «perdidas» por la discografía de The Kinks compuestas por Dave. Ya en los ochenta se decidió a grabar de verdad, debutando con AFL1-3603 (toca todos los instrumentos). Hasta su último Rippin’ up time (2014) ha editado siete discos. Dave sufrió un ictus en 2004, por cierto, pero ahí sigue. Ambos hermanos fueron incluidos en el Rock and Roll Hall of Fame en 1990 por sus trabajos con The Kinks. Larga vida.

Los Bachman

Tres hermanos, los de la foto, famosos por su carrera musical al frente de Bachman-Turner Overdrive (BTO). Tim, el mediano, y Robbie, el pequeño, acompañaron a Randy en su intento de crear una nueva banda tras abandonar The Guess Who, primero como Brave Belt y después, cuando se les unió Fred Turner, como Bachman-Turner Overdrive. Estos tipos grabaron juntos dos álbumes en 1973 que alcanzaron el disco de oro en Estados Unidos. Justo en ese momento Tim recibió la patada por sus excesos (él dice que ese largó en busca de mejor vida) y fue sustituido por Blair Thorton. Consiguieron su mayor éxito al año siguiente con el álbum Not fragile. Robbie y Randy siguieron en la banda juntos hasta 1977; Randy se piró a intentar una carrera en solitario y el grupo permaneció un par de años más en la carretera y desapareció. Desde entonces han habido varias reuniones: la mala relación entre los hermanos (especialmente entre Tim y Robbie) ha imposibilitado que pudieran trabajar de manera constante: en 1983 se reunieron Randy y Tim para grabar un álbum y girar; en 1988 fue Robbie quien se juntó con Randy para girar, pero fueron incapaces de grabar un disco; Randy se largó y Robbie comandó BTO hasta el 2005 solo para conciertos. Randy se juntó en 2009 con Fred Turner (este hombre quiere a todos los hermanos), grabaron un disco (Bachman & Turner) y se fueron de gira, pero Robbie no les dejó usar el nombre de BTO. Y así siguen. Fuera de la banda madre, ni Tim ni Robbie han tenido proyectos. Randy, más inquieto, presenta un largo currículum que le convierte en uno de los músicos más famosos de Canadá. Comenzó en The Guess Who entre 1965 y 1970, consiguiendo alcanzar el número 1 en Estados Unidos con la canción American woman; siete discos en cinco años y se fue. Grabó su debut en solitario, Axe (1970), repitió con Survivor (1978), tras abandonar BTO, y volvió a retomarla en los años noventa, terminando, por ahora, con Heavy blues (2015) y el homenaje a George Harrison titulado By George By Bachman (2018). Creo que estos no se juntan ni en Navidad.

Band of brothers (2): los Robinson, las Wilson y los Hawkins.

Un repaso a la curiosa relación de hermanos musicales a lo largo de la larga Historia del Rock.

Los Robinson

Muy populares últimamente por su (aparente) reencuentro y vuelta a los escenarios, Chris (el mayor) y Rich Robinson formaron a mitad de los ochenta una banda que acabó debutando en 1990 con el álbum Shake your money maker bajo el nombre de The Black Crowes. Uno de los últimas clásicos. A lo largo de poco más de una década consiguieron dinero, fama y muchas aventuras. Tras siete discos de estudio, con el nuevo siglo, decidieron dejar de aguantarse y vivir otras historias. Rich grabó en solitario, se enroló en Bad Company una temporada y formó The Magpie Salute. Chris, por su parte, grabó en solitario (The magnificient distance), formó Chris Robinson Brotherhood y acabó haciendo versiones de sí mismo con As the Crow Flies. Una primera reunión en 2005, otra en 2010 y una tercera en el 2019. Se quieren y se odian, pero lo cierto es que juntos han logrado más éxito y dinero que por separado. Igual por eso están condenados a entenderse. Larga vida a las reuniones navideñas de los hermanos Robinson.

Las Wilson

Pocas historias tan épicas en la formación y el éxito de una banda como la de estas hermanas. Ann y Nancy han compuesto y grabado todos los discos de Heart desde el debut de 1975, titulado Dreamboat Annie, hasta el último Beautiful broken (2016). Sus primeros pasos fueron tortuosos: emparejadas con los hermanos Fisher (Mike, batería, y Roger, guitarrista), acabaron exiliadas en Vancouver, Canadá. Desde allí comenzaron a tocar en locales diversos hasta que Mike Flicker y Howard Leese grabaron su primera maqueta. Al poco tenían un disco, una llave que abrió las puertas del mercado estadounidense. En un año pasaron de malvivir de sus conciertos a tener un número 3 en las listas de singles y despachar un millón de copias de su debut. Flicker produjo sus cinco primeros discos y Leese se convirtió en miembro del grupo durante más de veinte años. Desde aquel debut, han grabado dieciseis largos juntas que han sido éxito de ventas en los setenta, los ochenta y los noventa. Hasta en el Rock and Roll Hall of Fame las adoran. Nancy se casó con el cineasta Cameron Crow y colaboró en la composición musical de algunos de sus films (Almost famous, Jerry Maguire); se aficionó al cine y fue habitual de bandas sonoras a finales de los noventa (Vanilla Sky, Elisabethtown). Ann, por su parte, sufrió muchos problemas de alimentación y sus vicios con la cocaína y el alcohol arrastraron buena parte de su vida, que se tornó inestable. Más allá de Heart, editó dos discos en solitario (Hope & glory, 2007; Immortal, 2018). Las dos hermanas tuvieron una banda paralela llamada The Lovemongers: grabaron para la banda sonora de Singles y editaron el álbum Whirlygig. Debaneos a parte, escucha su arte en Little queen (1977), Heart (1985) o Brigade (1990), por escoger uno de cada época.

Los Hawkins

Otra pareja de hermanos condenada a entenderse. Juntos formaron The Darkness a comienzos del milenio: Justin se encargaba de la voz principal y de las guitarras y Dan le acompañaba a las voces y como guitarrista de apoyo. Su ascensión fue meteórica: en 2003 publicaban su debut (Permission to land) y se hicieron de platino, los chicos de moda, con más de un millón de discos vendidos en el Reino Unido. Giras y un segundo largo (One way ticket to hell… and back, 2005) que pudo catapultarles a lo más alto del Olimpo roquero. Pero Justin no podía más, dejó la banda y se esforzó en limpiarse de su dependencia, cocaína y alcohol principalmente. Sin su genio compositivo, ni la voz, Dan montó Stone Gods con el resto de los miembros de The Darkness, editaron un disco (Silver spoons & broken bones, 2008) y estuvieron de gira, pero no consiguieron dar el salto. Por su parte, Justin, ya rehabilitado, lo intentó por su cuenta con Hot Legs, editó un álbum (Red light fever, 2008), con cierto éxito, pero, igual que su hermano, acabó cerrando el quiosco. Así, en 2011 decidieron probar suerte juntos girando ese verano; el asunto funcionó y, hasta hoy, han editado cuatro discos más, siguen girando y, parece, limpios y amistosos.

Band of brothers (1): los Porcaro, los De Leo y los Shulman.

Un repaso a la curiosa relación de hermanos musicales a lo largo de la larga Historia del Rock.

Los Porcaro

Tres hermanos que, en la foto, posan sonrientes junto a un padre, suponemos, orgulloso del legado musical de sus chiquillos. La fama de estos tipos radica en su contribución al éxito de Toto, y a todo lo que a partir de entonces consiguieron. Jeff (batería) y Steve (teclista) formaron parte de Toto desde sus inicios en 1976 y Mike (bajista) se sumó en 1982 tras el abandono de David Hungate. Los tres permanecieron unidos en la banda hasta 1987, cuando Steve decidió tomarse un tiempo libre. Jeff falleció en 1992 y Mike en el 2015. A Steve le podéis aún invitar a cenar. Tocan juntos en Isolation (1984) y Fahrenheit (1986). El más aclamado fue Jeff: tocó en Thriller con Michael Jackson, con David Gilmore (sonó como miembro de Pink Floyd), Eric Clapton, Dire Straits o Bruce Springsteen (Human touch). Mike permaneció fiel a la banda hasta que en 2007 una esclerosis lateral amiotrófica le obligó a dejar la música; falleció mientras dormía. El último hermano, Steve, lanzó un disco en 2016 titulado Someday/somehow con viejas y nuevas canciones e incluyendo contribuciones de sus dos hermanos.

Los DeLeo

Dean y Robert DeLeo, guitarrista y bajista respectivamente, formaron una banda llamada Mighty Joe Young a finales de los ochenta. Después de un puñado de conciertos consiguieron un contrato con Atlantic Records, se renombraron Stone Temple Pilots y grabaron en 1992 uno de los discos más vendidos de la época, Core, junto al cantante Scott Weitland y el batería Eric Krethz. El conjunto de los cinco títulos bajo el paraguas de Stone Temple Pilots suma más de 40 millones de copias en todo el mundo. En 1997 editaron un álbum llamándose Talk Show; básicamente sustituyeron a Weitland, pasado con sus adicciones. El poco éxito relativo del experimento les llevó a intentarlo de nuevo con Weitland, pero en 2002 rompieron definitivamente con él y formaron Army of Anyone junto al cantante Richar Patrick (Filter) y Ray Luzier (Korn, David Lee Roth); aunque editaron dos singles de cierto éxito (Goodbye, Father figure) y un álbum con buenas críticas, en 2007 volvieron a reunirse en el seno de Stone Temple Pilot y hasta el día de hoy. Dos de los cantantes de la formación han fallecido: Scott Weitland en 2015 y Chester Bennington en 2017. Actualmente siguen en la brecha con la banda materna y Jeff Gutt a la voz (cuídate Jeff). Robert comparte su tiempo como músico de Hollywood Vampires (con Alice Cooper, Joe Perry y Johnny Deep). Han hecho algunos pinitos como productores (Alien Aint Farm) con poco éxito.

Los Shulman

Otro trío curioso de músicos multi-instrumentistas, conocidos como «los tres mosqueteros del prog» por su obra en Gentle Giant. Phil, Derek y Ray comenzaron sus pinitos musicales a mitad de los sesenta formando distintas bandas que derivaron en Simon Dupree and the Big Sound. Grabaron un álbum (Without reservations, 1967) y diversos singles (recopilados en Part of my past) con los que lograron cierta notoriedad: entraron en las listas de ventas del Reino Unido (Kites alcanzó el puesto 9), aparecieron en programas musicales como Top of The Pop y recibieron cierta atención mediática. Sin embargo, decidieron cambiar de registro, al parecer cansados de «la superficialidad» de la música pop que practicaban y por sentirse un one hit wonder. En 1969 nació Gentle Giant, banda que mantuvieron activa hasta 1980, aunque Phil se desmarcó en 1973 tras cuatro discos desapareciendo del panorama. La complejidad de su propuesta excede este homenaje, pero recomendamos escuchar Octopus (72), Three friends (72), In a glass house (73) o Acquiring the taste (71) para entender lo enormes que eran estos tipos como músicos. Derek se convirtió en un importante ejecutivo: durante los años ochenta, para Polygram, fichó a gente como Bon Jovi, Cinderella o Kingdom Come; se pasó a ATCO y puso en primera línea a Dream Theater y Pantera y relanzó a AC/DC; fue después presidente de Roadrunner Records dando paso a gente como Slipknot o Nickelback. ¿Cuántos millones de discos suma esto? Ray, más modesto, trabajó como productor y compositor (en especial de música para videojuegos). Ahí en la foto los tenéis hace apenas unos meses.

¿Y si… Rob Halford se hubiera unido a Black Sabbath?

En noviembre de 1992 Rob Halford, cantante de Judas Priest como ya sabéis por aquí, se unió en dos conciertos a Black Sabbath, formado entonces por el inmortal Tony Iommi a las guitarras, Geezer Butler al bajo, Vinny Appice a la batería y Geoff Nicholls a los teclados. Los shows, de poco más de una hora, quedaron inmortalizados en bootlegs y vídeos caseros, que podéis repasar por aquí. Por entonces Halford pasaba una crisis existencial a la que se sumaba la distancia musical con sus compañeros de banda, en la ola del éxito tras un formidable Painkiller. Así que, de algún modo, los rumores que ya habían sobre la separación de Judas Priest se acrecentaron. ¿Se uniría Rob a Iommi y compañía? Al fin y al cabo, Black Sabbath estaban sin cantante…

Pero no sucedió. No llegó a existir Black Priest.

La causa de estos conciertos fue curiosa. Por un lado, tenemos a Ozzy Osbourne (cantante de los primeros años del grupo, ya sabéis) en la gira que, supuestamente, acababa con su carrera en los escenarios. A Ozzy (y señora) se les ocurrió contratar a la banda para telonear dos fechas de esta gira y, quizá, subirse al final del show para tocar juntos. En su cabeza ya estaban preparando una reunión que acabaría ocurriendo varios años después. Por otro lado, tenemos a Black Sabbath con Dio al frente girando con su disco Dehumanaizer. Cuando Iommi aceptó tocar con Ozzy el pequeño gran Dio declinó viajar: él ya se olía la tostada. Así que, deprisa y corriendo, contactaron con Rob Halford, sustituto de oro. Y, efectivamente, al final del segundo concierto los Black Sabbath «casi originales» se unió Ozzy a sus excolegas tocando cuatro canciones.

Lo curioso es que Rob Halford volvió a unirse a Black Sabbath en el año 2004 sustituyendo al propio Ozzy Osbourne. El loco se había quedado afónico y ya sabéis que la máquina nunca para, así que en New Jersey volvieron a disfrutar del Metal God junto a Iommi.

Y tampoco hubo continuidad. Rob Halford acababa de volver a Judas Priest tras casi doce años de separación y los Sabbath con Ozzy tenían una gira que cubrir.

Pero… ¿cómo hubiera sonado esa unión demoníaca? Nunca lo sabremos. O quizá sí. Porque hay rumores de una posible colaboración este año. Quién sabe…

 

¿Y si… Eddie Van Halen se hubiera unido a Kiss?

¿Y si… David Coverdale se hubiera unido a Michael Schenker?