Archivo de la categoría: Crítica: Ahora estoy escuchando…

Música moderna: junio 2021

El tiempo presente cabalga loco y sin destino para los músicos modernos, para los nuevos creadores (o los creadores viejos que hacen obras nuevas). Por eso, siempre es agradable parar un rato y compartir música con amigos y amigas. Música hecha hoy en día. Muy distinta. Traigo aquí varias propuestas que, a mi criterio, destacan entre las demás, quizá no porque sean mejores, si no, más bien, porque me han llenado con gusto las orejas. Quizá alguna te guste. Allá vamos.

The Damn Truth – Now or nowhere

Una barbaridad el tercer disco de estos canadienses. La voz de Lee-La Baum te va a enganchar, una mezcla entre Beth Hart, Skin (Skunk Anansie) y Marie Fredriksson (Roxette). No se andan alejados el guitarrista Tom Shemer, bebedor de los clásicos seventies, ni la pareja rítmica, con un bajista, PY Letellier, contundente y un baterista sobrio pero fiable, siempre con buena pegada, Dave Traina. El álbum lo produjo en su mayoría Bob Rock, con parte del contenido producido y mezclado por Jean Massicotte. Además de buenas canciones, el sonido que han logrado está un punto por encima de la media: brillante, limpio, pero, a la vez, contundente, con la voz de Baum como protagonista. Suena bello, suena sucio. A destacar, la magia hard rock de The fire y Tomorrow, la delicadeza de Everything fades (con su mezcla acústica, eléctrica), la contundencia de This is who we are, el rollo zeppelin de Full on you o Lonely o la magnífica Only love.

Cryptosis – Bionic swarm

Seguramente exagero al clasificar este álbum entre lo mejor que llevamos de año, pero es que no dejo de alucinar con el sonidazo que tiene. Salvaje, crudo, bruto: thrash moderno, heavy tecnológico, metal viejo rejuvenecido. El debut de estos holandeses suena a metal técnico al estilo de Voivod con influencias más clásicas (Kreator) y un poco de black melódico. Todo suena compacto, bien mesurado. Hay buen groove, hay shredding, hay trémolos desbocados, hay bombardeo rítmico, hay melodía. La banda la forman Laurens Houvast (voz y guitarras), Marco Prij (batería, cómo maneja el doble bombo) y Frank te Riet (bajista), que ya habían coincidido en Distillator. Por la parte más clásica, escuchamos Game of souls, Trascendence (mi favorita) o Death tecnology; con sonidos más modernos y progresivos, suenan Prospect of inmortality (Mellotron incluido), Conjuring the egoist, Decypher (ojo al bajo) o Mindscape. Una epopeya cibernética.

Evil – Hell unleashed

Seguimos con otros (casi) clásicos en esto del thrash y el metal extremo. Ocho años para este quinto largo, con mucha caña, cambios de ritmo, velocidad y potencia. Ol Drake se encarga por primera vez de las voces y resulta uno de los puntos fuertes: sin agudos ni guturales, con una presencia más que digna, buena entonación y fraseos rápidos. La batería de Ben Carter es otro elemento determinante, por su contundencia, claro, pero, sobre todo, por la variabilidad de recursos que se alejan de la rutina que escuchamos en otros discos del género; tiene un poco de Death (a veces me recuerda a Sean Reinert) y un poco de Igor Cavalera (Sepultura) incluso en los tempos con más groove. Les acompañan Joel Graham al bajo y Adam Smith a la segunda guitarra. A destacar el rollo más black de Gore o Hell unleashed, la machacante Paralysed, la oscura velocidad de Incarcerated, el ritmazo de War of attrition o Disorder o la (casi) melódica Control from above.

Angelus Apatrida – Angelus Apatrida

Habitualmente, cuando una banda denomina a uno de sus discos con el nombre de la propia banda (sin ser su debut) suele significar una llamada de atención: un nuevo principio, un cambio o un resumen, una puesta a punto. Ignoro los motivos reales que ha llevado a los de Albacete a este punto (igual no tenían nombre bueno), pero podría ser esto último, un «es lo que somos» después de veinte años de trayectoria (quince desde su primer largo). La madurez y la experiencia han ido dejando un poso en sus composiciones, en la forma de combinar las melodías de las guitarras, los riffs, y también en la fórmula en la que sus canciones acaban sonando. Este álbum, el mejor desde The call (2012), recoge todo esto. Autoproducido, grabado por Juanan López y mezclado por Christopher Harris, suena brutal y limpio, trasladando la actitud agresiva de los temas sin enmarañar los canales de los distintos músicos, error de muchas producciones extremas. Escucha Bleed the crown (qué batería, qué solo, qué riff, qué estribillo), We stand alone (puro thrash del siglo XXI), Rise and fall (qué barbaridad, qué cambios), Childhood’s end (rápida, negra), Disposable liberty (algo más pesada, con un groove magnífico), increíble cómo suena Into the well y una de mis favoritas, Empire of shame. La banda siguen siendo Guillermo Izquierdo «Polako» a la voz y la guitarra, labor que comparte con David Álvarez «Davish», con José Izquierdo al bajo y Víctor Valera a la batería.

When Rivers Meet – We fly free

Y para cerrar, una propuesta alejada de los ruidos anteriores y muy original. Duo formado por Grace y Aaron Bond, con una base acústica y bluegrass, que han facturado un buen disco de blues-rock. Grace lleva la voz principal y, como curiosidad, toca una mandolina con resonador metálico; Aaron canta en algunos cortes, hace unas increíbles armonías a Grace y se encarga de las guitarras; han colaborado Adam Bowers (bajo, batería, pianos) y Robin G. Breeze (bajo, órgano y piano). La mezcla de las dos voces y el rollazo guitarra-mandolina llama mucho la atención, pero, además, hay buenas composiciones y un sonidazo, algo cargado de delay en algunas partes, aunque nada molesto. Sirvan de ejemplo Walking on the wire, con un slide chulísimo, el aroma a blues viejo de Breaker of chains, Bound for nowhere y su rollazo voz-guitarra, el guiño hard rock de Kissing the sky y su estupendo solo, la melancólica I’d have fallen, la emotividad in crescendo de I will fight y Bury my body (pianazo) o el aroma a Tom Petty de We fly free.

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Música moderna: enero 2021

El tiempo presente cabalga loco y sin destino para la música moderna, para los nuevos creadores (o los creadores viejos que hacen obras nuevas). Por eso, siempre es agradable compartir música con amigos y amigas. Música hecha hoy en día. Traigo aquí varias propuestas que me han llegado estas últimas semanas por diferentes medios, todos desde orejas amigas, y que, creo, deben seguir compartiéndose. Quizá alguna te guste. Allá vamos.

Sole Syndicate – Last days of Eden

Jonas Mansson comanda este grupo de buen hard & heavy, moderno en la producción y con una innegable inspiración en los años ochenta. Desarrollan excelentes melodías vocales apoyadas en riffs y partes de guitarra bien trabajadas y una batería potente con mucho groove. Dentro de este estilo general, meten los pies en muchos charcos: se acercan a Masterplan en …and the truth will set you free, dan martillazos en Brothers, suenan a rock moderno en We all fall apart y When darkness calls y navegan por pasajes arcaicos de nuestro rollo en We came to rock, en el toque acústico de Glory days o en Have you herad it all before con un aroma a radiofórmula fantástico. Una escucha muy agradable. Fred Bergqvist al bajo, David Gustafsson a las guitarras y Henrik Zetterlund a la batería acompañan a Mansson, quien canta, compone, mete guitarras y teclados.

Dada Memphis – Magnolias y melocotones

Desde el mismo título da pistas Dada sobre los caminos que va a recorrer el álbum: las magnolias del Mississippi y los melocotones de Georgia. Mucho blues (Los desacuerdos del corazón) y rock con dejes sureños (Relojes lentos) que unas veces suena potente y otras suave, unas veces enredadera que acaricia (Nicotina) y otras que estruja. Los mejores momentos vienen cuando raspa el rock en Índigo, La oruga o Ey! Todos los instrumentos los ha grabado Michel Cires y las voces y los coros Dada, intensa, tanto excelente transmisora emocional del mensaje que encierran las letras como cantante muy solvente, y no es fácil en este estilo.

Arias – No estoy para nadie

Parece mentira que hayan tenido que transcurrir cuarenta años para que Manolo Arias haya decidido, por fin, editar un disco en solitario. Al menos con su apellido en la portada, porque le acompañan dos colegas de Monterrey, Julio Gutierrez «Guty» al bajo y Julio Dávila a la voz, y Carlos Lillo en la coproducción y la batería, compañero de los tiempos en Atlas. ¿Y qué nos entrega el señor Arias? Un disco guapísimo de rock (podríamos decir) clásico, con mucho de los setenta y un poco también del hard ochentero, con un sonido que calificaría como «analógico», limpio, con mucha técnica y pocos efectos. Preciosa balada para cerrar Ya no tengo tu amor, buen medio tiempo en Perdida en mi mente, rollo blusero en Miedo a caer y mucho rocanrol en Tú por tu lado, yo por el mío, Bailarás para mí o la fantástica No estoy para nadie. Me encanta Entre gritos. Ojalá haya ocasión de escuchar y ver estas canciones en directo.

Lex Lüger – Rey del terror

¿Un disco dedicado a las historias de Stephen King? Eso solo puede hacerlo un loco del cine de terror como Lex Lüger. En su debut repasa las narraciones más famosas de Mr. King junto algunas joyitas menos populares. Además, juega con diferentes registros, desde le rollo más desenfadado, casi glam, de Cementerio de animales, pasando por el rock moderno, con aroma a industria alemana en Carrie (guapos los teclados) o It, una balada con rollo ochentero new wave en Aviador nocturno o su ya clásico punk-rock (cada vez más personal) en Christine o La tienda. Muy chulos los sintetizadores y el trabajo vocal en Los chicos del maíz y Habitación 1408.

SomeWhereOut – Deep in the old forest

No te va a dejar indiferente esta segunda propuesta musical de Raúl Lupiañez. Un preludio, dos interludios y nueve canciones, una de ellas de casi quince minutos, basadas en cuentos populares europeos de lo más diverso con una densa construcción, llena de matices, adornos, armonías, detalles y arreglos. Le han ayudado varios amigos y amigas como Alba Bermejo (voz), Dante Martín (voz), Francisco Garoz (bajo), Eduardo Antón (guitarra), John Serrano (voz), Begoña Ramos (cuerdas), David Santana (guitarra), Israel Lupi (guitarras) o Jesús Martínez (voz). Esta variedad se adapta muy bien a los distintos registros de las canciones. El propio Raúl compone letra y música y mete guitarras, bajos y teclados. Entre mis favoritas: Bone, blood and fear (basado en el cuento ruso Baba Yaga), The fallen one (basado en el cuento polaco Pan Twardowski), la emocional You and I (basado en otro cuento ruso, María de las Muertes) y la veloz The crystal mountain (basado en otro cuento polaco, La princesa y la montaña de cristal). Una experiencia única, de verdad.

Vhäldemar – Straight to hell

Una discografía sólida con un heavy metal que, evolucionando, ha llegado a su sexta propuesta. Pedro J. Monge, compositor, productor, guitarrista y lo que haga falta, nos entrega un álbum que cruza lo mejor de Malmsteen con unos Manowar inspirados, mucho guitarreo y buenas melodías sobre un filo de guadaña. Contundentes en Straight to hell, himno de puños al aire en Death to the wizard!, un toque Accept en My spirit, velocidad y doble bombo a tope en Afterlife, de lo mejor ese Fear y para rematar ese punto hard rock de Hell is on fire. Junto al jefe Monge, Carlos Escudero a la voz, Jonkol Tera a los teclados (fantástica su labor, incluso compartiendo partes solistas con la guitarra), Jandro a la batería y Raúl Serrano al bajo.

Luter – Héroe humano

«Al libre albedrío o solo curiosidad/por este laberinto en el que ando perdido» podríamos comenzar a hablar de este último trabajo de Luter, usando sus propias palabras, porque esto es Héroe humano: la libertad y la curiosidad de un artista inconformista, poético y pleno de inspiración. Doble obra (podríamos decir que son dos EPs): Héroes grabado en 2019 y Humano a caballo entre el final del 19 y el comienzo del 20. Y aquí están juntos, para navegar por las grandezas y las miserias de las relaciones humanas, más poética y luminosa, quizá, la primera, más real y cruda la segunda. Buenas y cuidadas letras («fue prestarle al infinito horas perdidas/dentro de una cama que en la aurora desafina/como dos caballos desbocados/que añoran la estampida») con un acierto musical sin complicaciones pero sin sencilleces, todo muy pensado y con arreglos bien metidos. Me quedo con Mar abierto, el pop-rock de Amalur, el aroma a esquina de bar de Lo desconocido, los siete minutos rocanrol de La ocasión o la sinceridad y el buen guitarreo de La nieve.

Música Moderna: febrero 2019

La intensidad con la que 2019 se llena de estrenos es asombrosa. No da tiempo a escuchar y asimilar todas las novedades. Como, además, somos de carácter perezoso, van pasando por delante tantos como van quedando. Igual no son los mejores, quién sabe, pero son algunos que han sonado reiteradamente por nuestras orejas y han demostrado caber en nuestro buen gusto. En esta ocasión venimos muy metidos en el blues y en el hard rock seventies. Por aquí os dejamos una selección de la música que más nos ha gustado estas últimas semanas.

Dale al play…

Kris Pohlmann – Feel like going home

Si disfrutas con gentuza como Gary Moore, Rory Gallagher o los Status Quo setenteros no dejes de prestar tu oreja a este tipo. Buen guitarrista, voz rasgada pero no carente de técnica y melodía, composiciones muy acertadas y sinceras sobre su vida en la calle (fue un sin hogar una temporada) y su crecimiento como artista. A destacar las más contundentes: Not your only one, So damn easy, Worried mind (la más setentera), Close to you baby (con su sección de vientos) o Love won’t last. El resto de los cortes se mueven en el blues más clásico, con toques roqueros y hermosos solos, tales como Upside down (de lo mejor), Revelations o Volatile skies. Un puntazo del género hoy en día.

Los DelTonos – Fuego

Hay grupos que van ganando adeptos con los años a base de mantener una sólida carrera tanto en estudio como en directo. Y así Los DelTonos llegan a este Fuego (el número catorce de su catálogo) con su innegable líder Hendrik Röver a la cabeza. Y es una gozada sentir el poder de la creación, la necesidad de decir cosas siempre en la boca y las manos de artistas con talento. Trece canciones nombradas con una sola palabra que se mueven entre el rock «de raíces» (léase aquí Led Zeppelin, ZZ Top, Aerosmith, Lynnyrd Skynnyrd, lo que queráis), un toque de funk (Limpio) y un poco de lo que «me da la gana», como ese rollo Josele (Los Enemigos) en Sinceramente. Crítica abrasiva en Águilas (esa derecha viejuna), Vergüenza (políticos ladrones) o Majestad (monarquía chupasangre); reflexiones vitales en Doctor, Fuego, Correcto («es lo que había que hacer») o Rutina. Una escucha obligada.

Brian Barnhouse – Sign of life

Un tipo curioso. Lo intentó en los noventa con poco éxito y se dedicó a trabajar como músico de sesión y compositor hasta que hace pocos años comenzó una discreta carrera en solitario. Hace unos meses editó esta maravilla de AOR/Hard Rock melódico lleno de texturas y matices adorables. Una voz con semejanzas a Darren Warton y Jeff Porcaro, que sabe moverse entre los sonidos más elaborados de One in a million o Best for you y los más sencillos y directos de Your song o All is fair. Una gozada ese ramalazo Brian Adams (el bueno) en Wrapped up with you o a los propios Toto en Sign of life. Un álbum a destiempo.

Rival Sons – Feral roots

Siempre me sorprende cómo algunas bandas de larga trayectoria solo consiguen dar con la tecla en contadas ocasiones. Rival Sons han fluctuado alrededor de esa diana en sus últimos discos, siempre con calidad, aunque quizá faltos de ese puntito de genialidad. Por fin, en este Feral roots, se caen en la marmita de la inspiración y presentan un álbum redondo (a pesar de alguna experiencia extraña). El mejor desde Pressure and Time. Guitarreos de calidad y grandes melodías vocales: Do you worst, Stood by me, Back in the Woods, Look away o la impresionante Too bad (esto sería un clásico de otra época). Y lo que marca la gran diferencia: los ruidos acústicos, el folk, el góspel, los coros majestuosos de Feral roots, Imperial joy, All directions o la final y genial Shooting star. Qué buenos.

Dilemma – Random acts of liberation

Una banda comandada por el batería (Collin Leijenaar) y el teclista (Robin Z) ya apunta a un sonido distinto. Si añades un buen cantante (Dec Burke) y un guitarrista técnico y melódico a la par (Paul Crezee) el conjunto seguro que no defrauda. Random acts of libertion tiene un espíritu positivo que nada en el rock progresivo pero con toques muy pop en las melodías y preocupación por lograr la atención del público con buenos estribillos. Canciones muy sólidas, rock de guitarras y teclados: The space between the waves, Pseudocomaphobia (y su toque Queen) o Play with sand. Elegancia rock en The inner darkness, All that matters, Prodigal son (cierto toque eighties) y Openly. Para echar el rato con una buena copa en la mano.

Inglorious – Ride to nowhere

Tercer largo de estos británicos mandados por la voz Nathan James. Potente hard rock con Coverdale y Bonnet como referencias inmediatas, bien elaborado, buena producción y esas guitarras que tanto nos gustan. En principio, nada nuevo bajo el sol, pero, en la práctica , una colección de sonidos, canciones, guiños llenos de rabia, de ímpetu, de dedicación. Una gozada escuchar Freak show, Tomorrow, Never alone, Time to go o Where are you now? Juegan con el espíritu Bettencourt (Extreme) en Queen, el toque Van Halen en Liar o la balada íntima en Glory days. Para quienes desean perpetuar el espíritu del hard rock auténtico.

Música moderna: enero de 2019

La primera entrega de «Música moderna» sirve para recoger discos que no fueron alabados o recomendados en meses anteriores y alguna escucha de estas semanas finales de año. En esta ocasión venimos suavitos pero con mucha clase. Hard rock nacional, buen blues de guitarrazos salvajes y un par de propuestas que parecen de otros tiempos.

A darle al play…

The Electric Alley – Turning wheels

De la Baja Cadiz-fornia vienen estos tipos con uno de los mejores discos de hard rock que me he echado a las orejas en meses. Buenas composiciones, buen sonido, guitarras con riff rugosos y algunos buenos solos, estribillos pegadizos, adornos de piano y vientos y, como premio, no podía ser de otro modo, un fantástico disco. No dejo de mover el culo con Keep the beat on the highway, Celebration o Wildfire. En Find the key y You give me something se aparecen los mismísimos Mötley Crüe versión Girls, girls, girls. Y emocionan con Goodby, In the name o la fantástica Rusty. De diez.

The Temperance Movement – A deeper cut

Tercer largo de estos escoceses, joyita de hard rock blues. Comenzan con Caugh in the middle, aguerrida, Built in forgetter, salvaje, y Love and devotion, vacilona al estilo Black Crowes, para caer en la acústica y sensible A deeper cut. Solo con eso ya han enganchado tu atención. Pero aún faltan los mejores temas. Blackwater zoo y Beast nation con su inspiración southern, Another spiral y Children con ese poso blues acústico, o la fantástica There’s still time. Que sigan empapándose de buenas influencias y componiendo barbaridades como esta.

Anthony Gomes – Peace, love & loud guitars  

Pues exactamente como indica el título, este nuevo trabajo de Anthony Gomes está lleno de guitarras ruidosas: excelso álbum de hard rock blues basado en riffs musculosos, punteos y solos de categoría y un eficaz trabajo melódico y lírico, buscando el efectismo de estribillos. Si, además, el acompañamiento de la banda es del mismo nivel se redondea el conjunto. Roquea con mucho estilo en White trash princess, Hard road easy, Blues in the fist degree o en la propia Peace, love & loud guitars. Rinde tributo a B. B. King en la inicial Come down (pide que regrese a iluminarnos, un crack) y a Robert Johnson en Stealin’ from the devil. Y se vuelve tierno en Take me back home o Amazing. Una colección muy divertida de canciones por un tipo en estado de gracia.

Whiskey Lies – Against the odds

La propuesta de estos tipos de Barcelona es elegante y de una calidad pasmante. Recogen el espíritu rock de la inicial Lift U up (versión de Gotthard), lo arrastran por Wonderful thundering sound o Cross the line, lo bañan con funk en Moonwalk o la genial Bitch please y lo abrazan con soul en Trial by fire y Out of your league. Cantar como Manu Soria es muy difícil y tener una banda como esta que grabe un disco tan completo, mucho más. Adoro el romanticismo casi meloso de Us two. Un disco y una banda a tener muy en cuenta.

The Soulbreaker Company – Sewed whit light

No es fácil digerir este trabajo. Requiere escuchar con atención, un poco de paciencia y dejarse embargar por las atmósferas y las estructuras sonoras que tan bien han construido y pulido estos tipos. Una gozada. Quizá más protagonismo de teclados y sintetizadores que en entregas anteriores, un poco más de oscuridad en muchos temas, algo menos de músculo guitarrero, como en Persephone o Inner dark. Más roqueros en Together, Avoid the crash o You shook you tail. Más íntimos o nostálgicos, quién sabe realmente, en You guess but you don’t understand o In the beginnng. Ecos a discos de finales de los sesenta y principios de los setenta.

Música Moderna: noviembre 2018

En las recomendaciones de este Música Moderna encontraréis  varias sorpresas. Y es que venimos muy blanditos, repartiendo orejas y aplausos por el country, el rock americano e incluso el bluegrass. No falta el hard rock y el heavy de costumbre, por supuesto.

Seguro que alguno te falta por escuchar, así que dale al play y disfruta.

 Baja California – Horizontes

Lo de estos tipos es para tener muy en cuenta. Ya destacamos su álbum anterior La cara B del rock hace tiempo y volvemos encantados a recomendar la escucha de este Horizontes. Mejor producción y sonido más duro, acercándose mucho al rollo Uzzhüaia (Trozos de cristal, Polvos mágicos ) y remedando a los últimos Sangre Azul (el estribillo de Buscando más, la caña de Blanco y negro, las armonías de Años atrás, de mis favoritas ). Además, y esto es lo mejor, comienzan a tener su impronta propia, su estilo; como muestra Blanca (fantástica entrada y gran construcción), Horizonte o la deliciosa Al otro lado. En Reina de Hielo tienen un aroma The Who fantástico. Gran trabajo.

 Band of rascals – Tempest 

Siete estupendas canciones conforman esta entrega de los canadienses Tempest. Sonido y guitarreo deudor de Jimmy Page con algún ramalazo a Alvin Lee, como en Seas coming down (quizá la mejor). Se acercan al blues rock más descarado en Altitude y meten un rollo folk en la emotiva Fell into the love of you, de tesitura acústica. Excelentes cuando corren en Control o Holler, para mover culos y cabezas a la par (con recuerdos a los hermanos Robinson).

 The devil makes three – Chains are broken

¿Un grupo de bluegrass entre los preferidos por aquí? Pues sí, un excelente disco de bluegrass, country, folk y rock (a migajas) con energía, buen rollo, estupendas armonías y melodías vocales a cargo de Pete Bernhard, y canciones excelentes. Me enganchan Bad idea, la tranquila All is quiet, el oscuro ritmo de Can’t stop o la desértica Need to lose. Junto a Pete, que también toca la guitarra, la bajista Lucia Turino, el guitarrista Cooper McBean y el batería Stefan Amidon. Letras personales en ocasiones, como en Deep down («deep in my heart/I’m a terrible man») o Native son («I ain’t nowher/I’m right where I belong»). Un disco que entra a la primera y se queda a vivir contigo.

Wurdalak – 6  

Lo primero que me enganchó de su anterior Como si no hubiera un mañana fue la voz de María José Romero y, de seguido, el trabajo de guitarras. Y al entrar en las siete canciones (más intro) de esta nueva entrega es lo primero que busco. Y ahí están, enormes en canciones como Tenemos elección, El rock volverá o la rápida Resistir, la más power del conjunto. Rubén Muñoz a la batería hace un gran trabajo también. Pasean por el Universo Lord/Blackmore en Listos para el R’n’R y más cercanos al heavy melódico en El quinto elemento. Si pasan por tu ciudad no te los pierdas.

 Will Courtney – Crazy love

Cómo resistirse a esta colección de canciones, un compendio de rock americano que lo mismo navega entre las garras de Neil Young y sus Crazy Horses en el pelotazo guitarrero de Too high now y en la cover Look all the things, se acerca a la sensibilidad de Tom Petty en Coming on strong,  el rollo country de Drunk on your songs again o el rock tabernario de Crazy love, de excelente factura, por cierto. Gozadas con slide a tope como Loaded y momentos para el piano (Take you away) y las acústicas  (When will I find my love). Incluso cuando se pone más pop (Finally) consigue enganchar. De lo mejorcito que he escuchado.

Bourbon – Fuente vieja 

Pues se han hecho mayores. En el buen sentido. Los gaditanos entregan una obra madura (qué palabreja), complicada en composición y arreglos, que profundiza y agranda su sonido, en especial esas guitarras limpias en canciones que lo mismo se hunden en la psicodelia al estilo Pink Floyd (Si veis la luz, corred), como en el rock setentero (El sendero, gran riff, una melodía muy Leño), como que se marcan un desarrollo más prog (Destierro) o incluso con dejes de rock andaluz (A punto de arder, La triste realidad). Un acierto el uso de los teclados. Recuerdos a Asfalto y a Topo me vienen en la propia Fuente vieja o en la balada Hacia el sol.

 Michael Romeo – War of the worlds pt1

Conocido por su trayectoria a las cuerdas de Symphony X, a Michael Romeo se le ocurrió la idea de actualizar la historia de «La guerra de los mundos» en un ejercicio enorme de ego guitarrero y compositivo, con un ojo puesto en los modos en que se articula una banda sonora para una película. Ocho canciones, más una intro y un interludio, donde con acierto mezcla momentos de tensión, velocidad, partes más oscuras y capas de guitarras y riffs. Black, Djinn, Fucking robots y Fear the unknown son quizá las más destacables. La voz del desconocido Rick Castellano cuadra a la perfección.

Música Moderna: septiembre 2018

Estas últimas semanas hemos disfrutado de buena música (más o menos) reciente, alguna ya con meses rondando por el hiperespacio, incluso por nuestra discoteca virtual o física. Hay un poco de todo: hard rock nacional, algo de ruido y protesta, el toque blues-rock habitual y, como de costumbre, alguna sorpresa.

Dale al play…

El número de Shannon

 El número de Shannon – Carpe Diem

Un álbum excelente. Hard rock bien hecho, con tintes melódicos y mucha influencia 80s, letras curradas y un combo producido con gusto. No sobra nada. Disfruta con la comercialidad de Grita al viento (con un rollo Tierra Santa en el estribillo), Lanzando monedas («para poder vivir te tienes que mojar») o Canta, el hard de guitarras de Un paraíso donde ir o Por amor, el rollo setentero de Solo con oír tu voz o Viejos amigos (Hammond incluido). Mención a parte para dos canciones opuestas: Carpe diem, ejercicio compositivo arriesgado del que salen muy bien parados, y Al fin libres, sencilla canción sobre las ventajas del paso del tiempo. De Madrid, por cierto. Como ellos mismos dicen, nuevas canciones para nuevos tiempos. Aquí lo puedes escuchar completo.

Dustin Douglas and the Electric Gentlemen – Break it downbreakitdown-

Como si hubieras mezclado a los hermanos Robinson con Steve Ray Vaughan una noche cualquiera. Trío de Pennsylvania con el propio Dustin Douglas comandando la nave a la voz y las guitarras, Matt Gabriel al bajo (una joya) y Tommy Smallcomb a la percusión. Blues-rock de alto voltaje anclado en lo más profundo de los setenta. Buenos riffs, algunos solos memorables y varias piezas a escuchar atentamente: arrastran influencias rock a lo Bad Company en Goodbye, Your face is stunning y Hold of me, abren los bares (o los cierran) con A little bit y su rollo up-tempo, el espíritu Vaughan bucea en Destiny y Fat cat, se dejan caer por tierras sureñas en Ain’t no denyin’ o rozan el funky en My time is precious. Compilación de alto nivel para los tiempos que corren. Por aquí puedes escucharlo.

Kilmara Kilmara – Across the realm of time

Una banda, para mi gusto, en crecimiento, a pesar de los numerosos cambios. John Portillo a la guitarra y Javi Morillo a la batería se mantienen del proyecto anterior y se suman Daniel Ponce a la voz, Didac Pla al bajo y Miguel Lais como segundo guitarrista. Mantiene su línea estilística basada en heavy melódico con toques power muy apoyado en la producción de Roland Grapow, que deja un poso ya conocido en las canciones: batería poderosa, desarrollos vocales melódicos con estribillos rompedores y guitarras rápidas. Tremendos cortes como Purging flames, The forge o The end of the world conviven con un aire sinfónico en My Haven, algo de progresivo en The silent guide, oriental y misterioso en Principles of hatred y mis dos favoritas: Disciples y la más tranquila I shall rise again. Una apuesta segura del género que podéis escuchar aquí.

sentirnos_vivos Ingravitö – Sentirnos vivos por encima de nuestras posibilidades

Otros que van para arriba, los navarros Ingravitö se han marcado un grueso disco de heavy con toques metalcore, mezcla de voces oscuras con otras más melódicas y, sobre todo, mucha libertad musical y expresiva. Tan pronto se acercan a Soziedad Alkohólica como se arriman a Habeas Corpus o donde les da la gana. Nos hablan de los migrantes en Deportado del Edén (brutal groove) o Cuánto dura tu voz con Iker Piedrafita («ahora no es fácil volver/por miedo a explicarles que/no encontré lo que busqué/cuesta volver a empezar»), la corrupción en Vitaminas pa’ los cerdos, la influencia de los medios de comunicación en Te quieren de rehén, las condiciones laborales en Las que limpian, la diferencia de género en Los cuentos de Sara y el abuso del sistema en Desahuciando el miedo (con El Drogas). Especiales Kobane y la propia Sentirnos vivos por encima de nuestras posibilidades. Han realizado una miniserie con diez vídeos donde los protagonistas de cada canción cuenta su historia. Impagable esfuerzo artístico y comunicativo. Lo puedes descargar en su página web. Txus, Mikel, Iñaki y Xavi dan una vuelta de tuerca a la resistencia.

Halestorm – Vicious 

Metal moderno con raíces sucias y letras agresivamente sexuales, un toque de hard rock por aquí y un poco de melodía pop por allá conforman esta cuarta entrega de Halestrom. Adoro la segunda parte del disco, sobre todo Killing ourselves to live y su estribillo doblado, la melódica Heart of novocaine, la acústica The silence o la contundencia vocal de The white dress. No desentonan los riffs de Black vultures o Buzz, con un rollo eighties en puente y estribillo, ni Do not disturb, más arriesgada. Lzzy Hale no te va a dejar impasible,  desde luego.

 Riot V – Armor of light

Yo había sido (medio) fan de Riot en tiempos antiguos (aquel Thundersteel) y la reencarnación como Riot V me pareció un sacacuartos, como tantas otras, más sin la presencia del carismático Mark Reale. Sin embargo, un amigo me insistió en escuchar este Armor of light, disco que me ha acompañado a lo largo del verano y que debo recomendar. El heavy clásico de armonías improbables, estribillos grandes, solos a dos guitarras (Mike Flynz y Nick Lee) y el doble bombo a tope (cortesía de Frank Gilchriest) . Aciertos plenos en Angel’s thunder, Devil’s reing, End of the world, Messiah, Set the world alight (más moderada), la hipermelódica Ready to shine o la veloz San Antonio. Un clásico moderno vaya.

 

 

 

Música Moderna: julio 2018

El verano suele ser época de pereza y tiempo libre, lo que da, por un lado, ocasión a escuchar mucha música, pero, por otro, pocas ganas de escribir o pasar el rato delante de una pantalla. Sin embargo, me puede el compartir la música que llama mi atención. Y en esta ocasión viene muy variadito: buen blues, un par de propuestas bien heavies, un poco de fuzz, algo de rock patrio y una sorpresa.

Dale al play…

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Dry River – 2038

Increíble trabajo. Una coctelera que recuerda por momentos a Dream Theater, a Topo, a Queen, a Rush, a Asfalto. Buenas composiciones, letras inteligentes, unas interpretaciones no solo al servicio de la canción si no con momentos para la gloria personal y todo bajo un acabado sonoro en donde todo cuadra. Una canción como Peán con sus casi once minutos justifica ya el arte de estos tipos. Pero también han sabido concretar el mensaje en temas como Fundido a negro, Perder el norte, la favorita Me va a faltar el aire, la curiosa Me pone a cien (con su crítica al mass media musical) o Al otro lado (otros ocho minutazos de gloria). Todo el disco merece la pena. Uno de los grandes del año.

Parkway Drive – Reverence Parkway Drive

Cuando no has seguido a una banda y de repente encuentras un disco que te gusta puede que comiences por «lo peor» para sus fans. Pero a quién le importa. Sexto de estos australianos, obra cargada de músculo, riffs agresivos mezclados con una trabajo rítmico a medio camino entre el metalcore y el heavy, un dedo puesto siempre en las armonías y, sobre todo, un intento de abarcar las influencias sonoras de las últimas dos décadas. A destacar la brutalidad de Prey (con estribillo pegadizo), el toque Pantera de Absotlute Power, el aroma de principios de siglo de Shadow boxing, la progresión de Cementery bloom, The void y el esfuerzo compositivo de Chronos.  Unas voces más limpias habrían dado un puntito grande a Reverence.

 Robert Jon & The Wreck – Robert Jon & The Wreck

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Ya dimos cuenta de su álbum anterior por aquí y es un placer compartir su nueva obra. Más influenciados por el folk y el blues que por los guitarrazos roqueros en esta ocasión, quizá un pasito por debajo, ganan las joyas suaves como Shine on o Forever isn’t long enough (gran slide). Dan caña sureña en dos potenciales hits del género como Old friend y Let it go. Demuestran un gran gusto melódico en I know it’s wrong y High time. Y un instrumental de ocho minutos para recordar, Witchcraft. Un granito más en su discografía.

 Taliesyn – Heridas  

A estos sevillanos he llegado de casualidad, por el nombre similar a otra banda (estos se llaman como aquel álbum de Deep Purple). Y me he llevado una agradable sorpresa. Cuarto trabajo en ¡quince años! Unos clásicos, vaya, y yo sin conocerlos. Esa mezcla de hard rock en las bases con elementos más metaleros, un teclado muy seventies y una labor vocal acertada son lo mejor conseguido, aunque quizá han intentado tocar demasiados palos. Falta un estilo definido. A destacar Instinto («chocan las caderas/en la danza del amor»), Elegía con Manuel Ibáñez (Medina Azahara) a las teclas y Glory (Guadaña) a la voz, el gran trabajo de guitarras de Ni un paso atrás y el aire 90s de Quise Seguiré sin ti (esos Alice in Chains). Una experiencia curiosa.

 The Black Rainbows – Pandaemonium

Sin ser un gran fan del stone o el psycho-heavy, no me niego algún placer de vez en cuando en forma de disco viejuno o nueva publicación, como es el caso de este Pandaemonium de los italianos The Black Rainbows. Sexto disco comandado por la voz y la guitarra de Gabriele Fiori lleno de fuzz, efectos, riffs machacones, una delicia en Riding fast ‘til the end of timeGrindstone o The sacrifice. No desmerecen Supernova & asteroids, I just wanna fire o High to hell. Para amantes de Monster Magnet, Kyuss o, cómo no, los primigenios Black Sabbath.

Khemmis – Desolation 

Los yanquis se han marcado un excelente disco de heavy metal, con sus melódicas líneas vocales, las guitarras armonizadas a lo Iron Maiden o Thin Lizzy y un punto de doom y ruido más oscuro que le da personalidad. Isolation es una gozada, incluyendo un estupendo estribillo y trabajo vocal. El punto épico de Flesh to nothing y su parte central, el equilibrio entre agresividad y seda de la inicial Bloodletting y los más de nueve minutos de From ruin deberían pasar por tus orejas. Un disco breve (seis canciones, poco más de cuarenta minutos) de una banda joven que, ojalá, siga progresando.

 Elisma – Somos nosotros los que hacemos rock and roll

Este trío de Girona se ha comprado una máquina del tiempo, ha paseado palmito por Londres, se han colado a aporrear su arte en los estudios Kingsway durante el otoño de 1981 y han parido una jodida obra retro de hard & heavy. Son claras esas influencias Barón Rojo en temas como Negocio de guerra, Vampiro o Son insaciables, pero se salen un pasito en algunas de mis favoritas, como El enemigo soy yo mismo, Echa a volar o Voy a montar una banda tributo. Muy buenos músicos, por cierto.

 

Música moderna: junio 2018

A veces resulta difícil encontrar buena música nueva, otras, como en esta ocasión, es una gozada poder compartir siete propuestas diversas y emocionantes, cada una en su propio estilo. Me ha quedado bastante heavy en general, aunque creo que los amantes del ruido menos ruidoso podréis gozar de un poco de blues y algo de rock patrio bien hecho. Un poco de música moderna para orejas inquietas.

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  Amorphis – Queen of time

No sé cómo lo han hecho, pero lo han hecho: un pedazo de álbum, impresionante. Quizá estamos hablando de rozar la perfección dentro del estilo, con esa mezcla de agresividad, folclore, melodía y romanticismo metalero. Como si Queensryche y Judas Priest hubieran estado de orgía con una banda de elfos en la casa de Katatonia. Excelente producción; a pesar de las capas de sonido y la complejidad compositiva todo suena limpio. Escucha del tirón The bee, Daughter of hate (qué guitarras), Grain of sand (cuasi comercial, perfecto estribillo), Pyres of the coast, la hiperfolk Message in the amber o la delicadeza de  Amongst the stars. No tiene un minuto malo.

Angelus Apatrida – Cabaret de La Guillotine  

Otros que también han vuelto a hacerlo, y ya suman seis disparos certeros (unos más que otros, por supuesto). Han desarrollado un Universo sonoro propio que viaja en un pentágono mágico conformado por Megadeth, Pantera, Annihilator, Judas Priest y Slayer como principales influencias. Nada de caña sin sentido. Las líneas melódicas y las armonías se agarran a la base rítmica regalando un viaje a la altura, con letras centradas en los problemas de hoy en día. Fantásticas Betrayed, la acelerada One of us o Downfall of the nation.También saben salir de su zona mágica y componer temas como Martyrs of Chicago (con aroma metalcore yanqui), Farewell (curiosa balada) o el estribillo de The die is cast. Un disco que se hace corto.

 Lance Lopez – Tell the truth

Siempre nos gusta recomendar por aquí algún disco de blues roquero. En esta ocasión Lance Lopez (sin tilde, por supuesto) con un compendio de guitarreo, voz rasgada, armónicas y mucha pasión titulado Tell the truth. El manejo del fraseo y las armonías destaca sobre el resto, con unos músicos de apoyo muy cumplidores (ese piano eléctrico), y, por supuesto, un poco de air guitar blusero: Lopez maneja con buen gusto una colección de canciones basadas en su pericia guitarrera, un sorprendente slide, pero con espacio para desarrollar completamente las canciones, que también canta con gusto. A destacar la suavidad de Blue moon rising, el rollo Faces de Cash my check,  la divertida Down to one bar, la rabia rock de Never came easy to me o la musculada versión de John Lee Hooker Mr Lucky.

Doctor Voltaje – Doctor Voltaje  

No hace falta una güija para saber que esta maravillosa propuesta de hard rock lleno de sonrisas y mensajes es excelente. El quinteto valenciano vuela con una mano anclada en los clásicos que tanto amamos y otra en hacer lo que les da la gana. No puedo parar de cantar La bebida y el amor («me están dejando seco»), Noches de rock and roll (esos The Who), el rollo blues rock de He bajado al infierno («hay mucho polvo en mi nariz») o la vacilona Un tipo con suerte. Una producción muy limpia y acertada para hacer accesible la experiencia de Doctor Voltaje, llena de detalles. Unos rebeldes que no siguen el guión pactado, como ellos mismos cantan.

Crisix – Against the odds

El género duro (y sus influencias) goza de otra gran parada en este último trabajo de Crisix, bien centrado en las estructuras clásicas del género pero con un sonido actualizado, y lo mismo se arriman a Overkill o Anthrax como a Gojira o Machine Head. Lo mejor del álbum es la homogenidad de los temas, muy anclados en los cambios de ritmo y tono y el trabajo de melodías gruesas. Leech breeder, Xenomorph blood, Technophiliac y Get out of my head reventarán tu cuello con sus veloces propuestas. Pincha la más melódica Prince of Saiyans, el salto continuo de Cut the shit, la sorprendente The North remembers o Leave your God behind para tener el cuadro completo. Para fans del género.

Judas Priest – Firepower  

No sé si decir que resulta el mejor disco desde Painkiller es decir mucho o poco, pero no dudo que esta colección de canciones, con sus puntos álgidos y menos acertados, está, por fin, a la altura de lo que fueron. Contiene grandes canciones, buenos riffs, algunos solos logrados, los cambios y la producción no parecen un recorta y pega y, desde luego, te hace disfrutar. Claro que se homenajean a sí mismos en muchos momentos, pero ¿por qué no van a hacerlo precisamente ellos? Para mi gusto, Lightning strike, Traitor’s gate, Firepower, Never the heroes (con ese rollito Turbo lover), Children of the sun (¡qué regusto a Black Sabbath!), la épica Rising from ruins, la breve y melódica No surrender, la calma de Sea of red son lo mejor de Firepower, quizá demasiado largo, pero, en cualquier caso, una delicia.

 Whisky Caravan – La guerra contra el resto

La propuesta musical de Whisky Caravan pecaba de parecidos y continuos recuerdos demasiado evidentes pero siempre con un poso de música bien hecha que me hacía hincarles la oreja. El cambio de productor y estudio (Dani Alcover y Estudios Revi) les ha sentado muy bien, dotando a esta tercera entrega de un sonido más personal y directo, alejado de connotaciones pasadas: por fin una colección de canciones grandes, profundas, personalísimas y directas. La inicial La guerra contra el resto  y la final ¿A qué tienes miedo? me parecen lo mejor de esta ¿nueva? propuesta, una épica que puede llevarles lejos. Suenan cerca Naufragio, Si vas a disparar (regusto al debut), la balada Aviones (clasicazo ochentero) o el rock de Aléjate de mí (dedicada a sus críticos: «no soy héroe de leyenda»). A tener en cuenta.

Música moderna: abril 2018

 

Qué vamos a hacer. Músicos de siempre y nuevos talentos haciendo lo que mejor saben: cantar, tocar, bailar y alegrarnos los corazones. Una pequeña selección, con tufillo a clásicos por doquier, de algunos trabajos que nos han llenado las orejas.

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The White Buffalo – Darkest darks, lightest lights

Jake Smith, alias The White Buffalo, fue uno de los varios descubrimientos musicales que hice viendo (y escuchando) la serie Son of Anarchy y su increíble banda sonora. El nuevo trabajo de este personaje ahonda en «más de lo mismo». Pero de qué manera. Rock, country y blues de guitarras y piano en Hide and seek, la fantástica Avalon y su historia de desesperanza («this ain’t living it’s waiting around to die»), los malos tipos de la tremenda Nightstalker blues (a mover el culo con pistolas y cuchillos, tremenda armónica), el rollo bailable (palmas incluidas) en The heart and soul of the night o la narración de un atraco en Robbery. La producción de Ryan Dorn y Bruce Witkin destaca la voz sobre el resto, da fuerza a las historias y al sentimiento. Pelos de punta en las baladas If I lost my eyes y The observatory. Un disco completo, personalísimo, que le encumbra como el gran compositor y cantante que es.

Tako – Hilo de cobre 

Lo de estos tipos es impresionante. No tienen álbum malo. Y a estas alturas de la Historia que sigan fabricando canciones tan potentes como Sopa de perro, Hierro negro («con el alma envuelta en papel de arroz y a veces en plata pura») o Mala fe resulta hasta sobrecogedor. Fieles a su estilo, pero siempre con una vuelta de tuerca, armonías logradas, estribillos deliciosos y gran trabajo de batería para adornar y soportar canciones tan bien hechas como Prohibido fingir («cuanta vida sin vivir/cuanta muerte sin morir/(…)/la falsa moralidad»), el toque punk de Resilencia («hacer un fuego cada noche/por si alguien lo ve») o El desván de mi raíz. Hay también momentos para la reflexión calmada, como en La flor de la sinceridad (y su rescate emocional), La niebla o el baile pegado de Hilo de cobre («yo que también tengo cuerdas/ando buscando un buen lutier/que me de un cuartillo de vuelta/me quite el mal roce y el desafinar»). Canciones que hablan de lo que sientes.

 Ultraligeros – Ella elige

Lo hemos dicho muchas veces por aquí. Parece fácil hacer un disco con sonidos clásicos y no sonar una mera copia. Pero no lo es. Y Ultraligeros han conseguido con este Ella elige emular a lo mejor de Burning, Loquillo y sus Trogloditas, Tequila o Barricada incluso. Breves, directas composiciones con ritmos marcados, riffs cortantes, armonías a doble guitarra, algunos pasajes sonoras especialmente brillantes, letras de canallas, amores y protestas personales y, al final, grandes canciones. A destacar: Pesadilla, El tiempo se detieneSoy de acero, Ella elige, A quemarropa y la versión de Alarma!!! titulada Preparado para el rocanrol. Una sorpresa.

Heaven & Earth – Hard to kill 

Más Blackmore que el mismo Blackmore, más Coverdale, más Dio, más Cozy Powell, más Jon Lord que nunca, este Hard to kill rescata lo que más me gusta del Universo compuesto e interpretado por estos artistas a través de un viaje atemporal. No hay aquí un simple homenaje, si no una reconstrucción en toda regla del legado de algunos imprescindibles del hard rock. Joe Retta a la voz y Stuart Smith a las guitarras han fabricado otro clasicazo. Y con Kenny Aronoff a la batería nada menos. Directos en Hard to kill, Hellfire (armónica incluida) o Walk away (excelente armonía y teclados),  más pausados en Bleed me dry o Bad man y hasta comerciales (se eso es posible) en Anthem y la rítmica Monster. Todos los músicos cumplen a la perfección su papel, con huecos para su lucimiento. Muy ameno, bien hecho, sonido perfecto.

Black Stone Cherry - Family tree Black Stone Cherry – Family tree

Por fin Black Stone Cherry han completado un disco a la altura de sus dos primeras obras. Duro y melódico a la vez, con la voz de Chris Robertson en plena forma (canta de diez en My last breath), riffs de guitarra gordos y un trabajo armónico muy fresco y pegadizo (escucha el tema título Family tree). Mucho rollo southern con una variada influencia de estilos. Grandes momentos en Bad Habit, Burnin’ o Southern fried friday night (talkbox ochentero incluido), un toque de piano y soul en New kinda feeling, un poco de blues con Carry me on down the road o Dancin’ in the rain y momentos «mueveculos» en Ain’t nobody o James Brown.

Música moderna: febrero 2018

Como siempre, en Música moderna compartimos contigo algunas escuchas espectaculares de discos publicados en los últimos meses. En esta ocasión nos hemos dejado inundar de blues rock,  un poco de hard rock, alguna propuesta nacional y una brutalidad de metal noruego. Variadito.

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 King King – Exile and gracKingKing exile and grace.jpge

No puedes no prestar atención a King King, una de las bandas más en forma del panorama rock actual. Exile and grace tiene todo lo necesario para hacerte disfrutar: un cantante y guitarrista especial, inspiradas composiciones, una banda compacta como un iceberg frente al Titanic, algunos estribillos pegajosos y mucha mala influencia hard rock y blues. Alan Nimmo cada vez es mejor cantante, acercando el registro al David Coverdale de principios de los ochenta (Betrayed me) o al Paul Rodgers de Bad Company (I don’t wanna lie) Mucho rock viejuno. Solo con los dos singles (She don’t) gimme no lovin’ y Long time running , ya hay materia para alucinar. Tiene la sensibilidad para dejar la correctísima balada Find your way home y un inspirado uptempo de título Broken. Un tema como Heed the warning anuncia por dónde van a ir los tiros en el futuro.

Supernatural – Nada que fingir Supernatural

Excelente proyecto del guitarrista Fran Almodóvar con la voz de Thais Suki, lo mejorcito de Supernatural. Les acompañan bien el batera Suso Valcárcel y el bajista Dani Lemos, cumpliendo su cometido con creces pero sin lujos. Hard rock bien producido con momentos más melódicos, algún ramalazo ochentero (Decir no) y un toque moderno (Sé lo que quiero, Su sombra). Thais recuerda en ocasiones a Aurora Beltrán (Interminable) y en otras a Lilith (Nada que fingir), aunque bien es cierto que su personalidad arrasa a lo largo de todo el álbum. Buen trabajo compositivo y un mezcla final de lujo con algunos momentos álgidos, como Tu medicina, Nada va a cambiar (preciosista), No volveré a por ti (rollo Zeppelin, el mejor guitarreo del disco) y Las 13 rosas. Una propuesta que si consigue sumar kilómetros (de carretera) y horas (de ensayo) nos ofrecerá sorpresas agradables en el futuro.

Tinsley Ellis Tinsley Ellis – Winning hand

Un disco casi perfecto de raíces bien clavadas en el blues de mitad del siglo XX. Ellis demuestra su magistral manejo del fraseo, el wah-wah y los tempos apoyado por un colosal pianista/teclista (Keven McKendree). Juega en la liga de The Allman Brothers en Saving grace (quizá la mejor, con sus más de ocho minutos), se arrima al funk en Sound of a broken man y I got mine, parece el mismo Albert King en Don’t turn off the light, se pasea por Chicago en Gamblin’ man y roquea de verdad en Kiss the world y Satisfied (pianísimo). Tremendo solo final en Autumn run. Completo viaje a las raíces del blues rock.

Naipes – Quattro 

No es fácil para una banda nueva hacerse escuchar entre la infinita oferta musical a la que hoy tenemos acceso. Naipes han juntado diez canciones de género ambiguo mezclando estructuras de hard rock y metal con ramalazos de rock «andaluz» y arreglos melódicos cuidados. Sobre todo, escuchas un excelente trabajo de guitarras a cargo de Guti (quien también canta) y Sara. Fantásticas Pólvora con su arabesco y excelente estribillo, el riesgo modernista que asumen en Miedo, la final Antes de disparar, con un riff tremendo, el ritmo mueve-cuellos de El imán (bien Darío a la batería y David al bajo), la delicadeza acústica de Volveré a ser uno más o la mezcla de melodía y rudeza en Hubo una vez.

Ensalved – E Ensalved

Vaya por delante que no soy un fan del black metal ni los sonidos oscuros escandinavos y que las voces guturales suelen atascarse en mi cerebro. Pero este álbum de Ensalved me ha gustado. Tiene un rollo prog en las composiciones más allá del clásico black noruego,  la mezcla de guturales y voces limpias está bien equilibrado, hay un acertado giro hacia la melodía como protagonista de las canciones y han conseguido un muro sónico tentador, con un buen teclista (Hakon Vinje). Feathers of Eolh es un ejemplo perfecto, con sus cambios de ritmo y su constante ir y venir entre el black y el prog metálico. Storm son comienza con una intro casi esotérica para desarrollar diez minutos atmosféricos de rock sin etiquetas: acertadas guitarras (inspirado Arve Isdal) y baterías. Destacan también Axis of the worlds y The river’s mouth, riffs y groove tremendos en cortes de construcción más clásica. Un trabajo para escuchar tranquilito y atento.

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 Jay Jesse Johnson Band – Down the hard road

Excelente álbum de blues rock guitarrero, con ocho temas originales y dos covers (Born under a bad sign y The Messiah will come again). La inicial Down the hard road, con un slide bestial y su historia de carretera, Anyway the wind blows, The blues is a damn sad thing y Bull in the barn (instrumental) demuestran el talento de este tipo con la guitarra y la composición y lo buena que es la banda de acompañamiento. No hay desperdicio. Se arrima al blues del delta en Guilty of the blues y regala un temazo de título Tears of the angels, baladón bluesero con la mejor interpretación vocal (Johnson es un cantante correcto). Un viaje de apenas 50 minutos inspirador y recurrente.

 Malos Tragos – Back to the past

No somos amigos de traer por aquí recopilatorios o discos de versiones al uso, pero Malos Tragos se han marcado un auténtico revival muy original (y casi siempre acertado). Han seleccionado éxitos de artistas tan dispares como Duran Duran, The Cure, Madonna, Sigue Sigue Sputnik o Cindy Lauper y los han pasado por su trituradora personal, dotándoles de una segunda vida rock y hardcore. Además, el álbum está lleno de guiños, con frases de películas y «homenajes» a temas míticos de nuestro rollo (Offspring, Iron Maiden, Ramones). Me quedo con Love misssile F1-11 y su toque Barricada, la increíble Friday, I’m in love y la fiestera Like a prayer de Madonna pasada por Iron Maiden. Curioso y divertido.