Lo mejor de Thunder
Entre la primera actuación de Thunder en julio de 1989 ante poco más de cien personas y su inolvidable aparición en el festival Monster of Rock de 1990 ante cuarenta mil roqueros, apenas pasó un año. Esta fulgurante progresión se materializó gracias a un magnífico álbum debut titulado Backstreet symphony (1989). La compañía EMI editó cinco singles en los dos años siguientes y la banda se hartó de actuar con lo más granado del hard rock (Def Leppard, Bon Jovi, David Lee Roth, Tesla).
Tres amigos que ya habían compartido grupo anteriormente (Terraplane) formaron la primera versión de Thunder: Luke Morley, guitarra y principal compositor, Danny Bowes, cantante, y Harry James, batería. Pronto se les unió Ben Mathews como segundo guitarra y teclista y Snake al bajo. Con esta formación grabaron su debut a las órdenes de Andy Taylor (Duran Duran). Temazos como She’s so fine, Dirty love, Love walked in, el tema título o la versión Gimme some lovin’ les pusieron de moda.
Casi tres años después, en verano de 1992, se publicó el segundo Laughing on judgement day, con el mismo quinteto, el mismo productor y las mismas ganas. Tuvieron el valor de editar un doble álbum. Las ventas se dispararon en el reino Unido y Japón pero se estancaron en el resto, especialmente en Estados Unidos donde el hard rock de masas había pasado a mejor vida. Sin embargo, el grupo no se amedrentó, apostó fuerte por sus nuevos temas y volvieron a girar incansablemente, presentado canciones de la talla de Everybody wants her, Low life in high places, A better man o Flawed to perfection.
De nuevo transcurrieron casi tres años hasta el siguiente disco. Behind closed doors apareció en enero de 1995, con un nuevo bajista, Mikael Hoglund, y la producción de Mike Fraser. El grupo mantuvo su línea sonora y fabricó temazos tales como Stand up, River of pain, Moth to the flame o ‘Til the rivers run dry. Aunque seguían vendiendo bien en Japón y UK (llegó al número 5 y a disco de oro) , EMI les dio la patada y tuvieron que buscarse nueva compañía.
No fueron buenos años para el grupo a nivel comercial. Por un lado, los siguientes dos álbumes tuvieron que sacarlos con dos compañías menores que no apostaron fuerte por ellos: The thrill of it all con Castle Music (1997), un excelente trabajo, y Giving the game away con Eagle Rock (1999). Para este último, se incorporó al bajo Chris Childs, conformando el quinteto que, hasta hoy, forma Thunder.
La banda no crecía, se quedó estancada en los mismos fans, los mismos conciertos, las mismas perspectivas. En la era pre-internet, si una compañía no ponía dinero, los medios se cerraban y uno podía acabar en un callejón sin salida. El grupo decidió darse un descanso.
Volvieron en 2002 para un concierto como estrellas invitadas en otro Monster of Rock y la buena acogida les animó a perseverar en su carrera. Un año después fundaban su propia compañía, STC Records, donde editaron sus siguientes trabajos. Con total libertad, sin presión, y con las facilidades que las nuevas tecnologías dan para la difusión de la música, Thunder volvió a crecer poco a poco.
El primer intento se quedó a medio camino, Shooting at the sun (2003), pero el siguiente, Magnificent Seventh (2005) consiguió llamar la atención del público con un single en el Top 20 titulado I love you more than rock’n’roll. Lo cierto es que está lleno de buenos momentos que mezclan hard rock con cierto tufillo blues (The gods of love, One fatal kiss).
Un año después editaron otro tremendo Robert Johnson’s Tombstone y en 2008 Bang!. La banda seguía facturando buenos temas y haciendo tremendas actuaciones, aguantando el tipo. El mérito de haber mantenido a lo largo de tantos años y tantos reveses al grueso de sus componentes en plena forma permite que la coherencia de su carrera musical les lleve a ser una banda de hard rock muy recomendable.
Tras un año de descanso, ficharon para la distribución de sus discos con Ear Music, y desde la edición en 2015 de Wonder days (del que os hablamos en este enlace) no han parado de publicar: directos con un guiño especial a sus fans, un recopilatorio con regrabaciones y una joya del calibre de Rip it up (2017).
Una banda que disfrutó del éxito masivo en su etapa inicial y que ha sabido mantenerse en forma a lo largo de más de veinte años, tanto en estudio como en directo, atravesando el desierto que desmoralizó a tantas bandas de hard rock y metal en los noventa.
Disfrutad de Thunder como se merecen.
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